martes, 28 de mayo de 2013

Reflexiones para vivir mejor

¿Qué somos los periodistas?, me preguntó Antonio Ramos, el pasado enero, en una fiesta a las que acudieron muchos informadores.
Yo le acerqué un plato de tortilla. Cogió un trozo, se lo comió y dijo:
Un periodista es un periodista y punto. Y será un reportero, un entrevistador, un articulista… Nosotros somos periodistas, como un médico es un médico, a tiempo completo. Queremos que nos dejen como estamos, de periodista a secas, sin contaminaciones que perturben nuestras conciencias.
Pedí a un camarero cerveza sin alcohol. Él siguió hablando:
Las circunstancias han roto este principio profesional del periodista. Y lo ha llevado a situarse en las fronteras de otras disciplinas de la comunicación, la publicidad, las relaciones públicas, las asesorías… Y así estamos. En tierra de nada. “Nos han robado la cartera…”
El camarero que traía la cerveza se alarmó. No se si escuchó lo que yo oí después: “de nuestra identidad”.
Antonio comenzó a saborear una copa de vino tinto. Después de dos pequeños sorbos comentó: Siempre he dicho que si una empresa o una entidad te financia una promoción de libros o de cubiertos de plata siempre te pide algo a cambio. Está comprando la libertad del medio y, en definitiva, está amordazando la libertad de expresión de los periodistas de ese medio.
Él, que fue director sucesivamente de varios periódicos, lo sabía por experiencia.
Otro tinto, otra cerveza. Los calamares están buenos y las ideas de mi compañero también:
Fijate lo que te digo, estamos participando de una parafernalia, de una puesta en escena organizada por quienes forman parte de las crisis que atenazan a los periodistas de hoy. Son los que nos ofrecen el perfume de sus botafumeiros… Unos te regalan un elogio, otros te financian un premio, otros te costean un generoso convite… Y así se escribe la historia de un colectivo profesional en una encrucijada de la que resulta difícil salir.
Más pinchos. Más reflexiones de Ramos:
Estamos obligados a reflexionar sobre el precio del pan que comemos en un día de festejos patrocinados. Porque no es nuestro pan. Pero nos lo hemos comido. ¿Y ahora qué? Podríamos seguir hablando… Me da pena estar aquí.
Los dos permanecimos hasta el final de la fiesta.