El futuro presidente de la Junta de
Andalucía tenía quince años cuando bebió su primer tinto en público.
Con casera y con unos jornaleros que le contaron los problemas
laborales que padecían. No se le subió el vino a la cabeza. Se le subió
la sinceridad con la que le hablaron estos trabajadores, a pesar de
que en aquella época la España oficial no era representación auténtica
de la España real. Sólo se sabía de oídas lo que era la libertad. La
conversación tuvo lugar en un bar de Olvera, provincia de Cádiz, sin
confidentes a la vista...
El muchacho de Olvera, que se considera
muy sevillano, se licenció en Derecho en la Universidad hispalense y
gozó de estima en determinados círculos políticos. Fue Jefe del
Gabinete Técnico de la Dirección General de la Juventud, con Manuel
Clavero cuando era ministro de Cultura. Adolfo Suárez le nombró
presidente de las Juventudes Centristas. Y cuando el profesor Oscar
Alzaga presidía el Partido Demócrata Popular nunca llamaba Javier a
Arenas sino líder y siempre le presentaba a la gente como su heredero
político.
Con veinticinco años fue elegido concejal y después
teniente de alcalde y portavoz adjunto del Grupo Popular del
Ayuntamiento de Sevilla. Por ser el concejal más joven llevó con honor
el pendón de San Fernando y el pendón de la ciudad. Para no tener dos
sueldos pidió la excedencia en el ministerio de Cultura del que era
funcionario. Creía que nadie viene a la política para hacerse rico.
En
aquel tiempo su estado emocional correspondía a una persona
introvertida que lucha por no aparecerlo ni serlo. Se consideraba un
hombre de acción, independiente y dispuesto a utilizar honestamente el
poder. Era muy sentimental. Consideraba que esto a nivel personal era
una virtud, pero en política, un enorme defecto. Le costaba trabajo ser
sincero con el adversario y al mismo tiempo sentía que lo peor que se
puede hacer con la verdad es tenerla cautiva.
Pensaba que los
socialistas de última hora eran muy arrogantes. Para él era señal de
buena salud política que los que votaran en las elecciones generales
a un determinado partido votasen a otro en las municipales. Mal
andamos ahora.
Cuando Javier Arenas vaya al palacio de San Telmo,
alguien le debería susurrar: Ten cuidado, visitante, casi todos los
que llegan a la presidencia de la Junta de Andalucía se van quedando…
con la gente.