La mujer manifestó a la Policía que aun no había asumido la muerte repentina de su marido y que por este motivo seguía cobrando la pensión mensual. Al ser preguntada desde cuando padecía ese problema emocional, manifestó que desde hacía diez años y que los psicólogos que la habían ayudado no lograron que viera la realidad. Ella creía que tenía derecho a cobrar la pensión. Los agentes de la Seguridad del Estado miraron la mano derecha de la mujer y creyeron que les sacaba el dedo corazón.
La Policía resolvió en pocos minutos lo que los psicólogos no había logrado.
Fuerzas de Seguridad del Estado conocieron a los herederos más directos de una pensionista analfabeta, a la que, según Vincent, cortaron el dedo pulgar con el que firmaba los recibos de la pensión. La amputación se realizó el día de su muerte. El escritor castellonense detalla que el dedo fue guardado por los herederos en una nevera. Lo sacaban del frío cada vez que era necesario que estampara su huella dactilar para cobrar lo que fuera.
(Manifestación por las pensiones. Foto de ABC)