-¿Su mayor ilusión?
-Gastarme para los demás.
-¿Tiene confesor?
-Sí.
-¿Qué tal es?
-Admirable y muy comprensivo.
-¿Cómo transcurre una confesión suya?
-En cierta ocasión por poco me río…
-¿De quién?
-Es que, al acusarme yo de que algunas veces me dejaba llevar por la impaciencia, el confesor me dijo: ¡Qué menos!
Don
Carlos Amigo era arzobispo de Tánger cuando participó en el encuentro
islamo-cristiano que organizaron el Vaticano y el Gobierno libio en
Trípoli en 1976. Gadafi casi impacientó a don Carlos con sus preguntas
sobre la juventud cristiana y las drogas.
En las conclusiones del encuentro los musulmanes reivindicaron la mezquita de Córdoba, tema sobre el que no habían hablado.