miércoles, 14 de diciembre de 2016

Un papel debajo de la servilleta


Vivía en silla de ruedas o conduciendo su coche, un Talbot 150 automático porque  no podía andar.  Cuando conocí a Manuel García Rubio me contó que había hecho más de 200.000 kilómetros, la mitad de ellos viajando por Europa. Un día salió de Marchena, en compañía de su sobrino Alfonso, con destino a Laponia finlandesa y Cabo Norte de Noruega. En Múnich utilizó más la silla que el coche porque allí tienen más en cuenta a los que no pueden andar. En Rusia vio que todos los juguetes eran bélicos, así que compró para el más pequeño de su familia un tanque y un avión. En un restaurante de Moscú un camarero le puso debajo de la servilleta un papel que decía: “Señor, ¿quiere cambiar dólares por rublos?” Después le escribió la cotización oficial y la del mercado negro. El viajero dejó de saborear el caviar, miró a su alrededor y vio a una joven a la que enseñó el papel; ella asintió con la cabeza y él cambió 
En Dinamarca se sintió como en Sevilla. Conoció a una chavala a la que invitó a cenar después de un largo paseo por Copenhague.  Posó cerca de la Sirenita, a la que prometió volver.