La primera vez que vinieron los príncipes a la
romería del Rocío doña Sofía perdió el reloj mientras saludaba a un
grupo de peregrinos. Horas después, mientras comentaban el incidente
con las autoridades, el gobernador civil le dio un pellizco en el culo
a la Princesa, quien, de manera muy delicada, dijo: “Quitadme a este
imbécil de aquí.”
Esto se lo contó José María Javierre, en pleno
uso de sus facultades, a Antonio Lorca, quien, como buen periodista, lo
insertó en el libro que publicó sobre el inolvidable cura. Javierre, en
más de una ocasión, comentó que “si el más allá es incomprensible, el
más acá es un asombro, un estupor”.
Asombro, estupor y otras
sensaciones se adueñaron de la diputada Teresa Rodriguez cuando un
directivo de la Cámara de Comercio la empujó hasta la pared mientras
otros miembros de la entidad, incluido el presidente, reían.