jueves, 22 de septiembre de 2016

Tiempos de mordaza

-¿Es usted forastero?
-Sí, señor. 
-Enséñeme la documentación. 
Aquella noche  saqué de mi cartera todo lo que podía identificarme. Así que entregué  al comandante de puesto de la localidad el carnet de identidad, al que  echó una rápida ojeada, el del Colegio de Abogados, al que no prestó atención y el de Prensa que examinó con detalle. Después escribió en una libreta y se despidió con estas palabras: 
-Comprendo que su misión es informar, pero la mía es la de saber a quien tengo en mi demarcación. Buenas noches
El día anterior las Fuerzas del Orden desalojaron de madrugada dos templos parroquiales siguiendo el consejo de un capitán de la Policía: “Si en quince minutos no abandonan el templo se procederá al desalojo utilizando cualquier medio”  En uno de ellos había 150 trabajadores.
El comandante de puesto, un guardia civil corpulento, de unos cincuenta años, dio con el periodista en un lugar discreto de la parroquia de la Asunción cuando conversaba sobre lo sucedido con el responsable del equipo sacerdotal de Palma del Río, don Sebastián Sánchez García. Eran tiempos de mordaza y delatores.