Decepcionados
los participantes en la “Cata Internacional de champús para
varones menores de 50 años” celebrada en dos capitales de España.
En una intervinieron los que querían eliminar la caspa de sus
cabellos y en la otra los que deseaban hacer desaparecer la grasa.
La inscripción a la mal llamada cata no fue gratuita. A cada
asistente le obligaron a adquirir por 350 euros un lote de 50 envases
de champú de baja toxicidad y excelente biodegrabilidad, según
aseguró el organizador de la prueba.
Éste les hizo firmar un
escrito de tres folios en los que constaban las características del
producto, varias advertencias y una explicación sobre el carácter
internacional del ensayo: participaba un peluquero inglés porque en
Londres se fabricó por primera vez el champú.
Siete
días después de la celebración de la cata los participantes
notaron más caspa y más sebo que nunca en la cabeza. Al sentirse
estafados demandaron al organizador y lo comunicaron a los
periódicos.
Varios medios entrevistaron al presunto estafador y a
todos contestó lo mismo: “Advertí por escrito a los catadores que
el champú produciría los efectos que les prometí si los usuarios
cumplían con una sola condición: que no deseasen la mujer del
prójimo”.
