En su casa tenía 35 cactus, porque, dice, es una planta que enseña las espinas, no como las rosas, que las ocultan. Tanto las rosas de los botánicos como las rosas de los poetas. En su lugar de trabajo, la cárcel, se sentía dueño de 24 buchones jerezanos, que son palomos ladrones. Los alimentaba con trigo pues siempre regresaban a la prisión,
Allí , en el patio, una compañía teatral representó
“La casa de Bernarda Alba” que incluía cinco desnudos
integrales. Ninguno de los reclusos perdió la compostura. Este
funcionario de Instituciones Penitenciarias se llamaba José Luís
Guzmán. Era de Jerez, como sus 24 buchones. Para él la cárcel no
era un inmenso baúl donde se mete aquello que no sirve y estorba, sino una escuela para la libertad.