En la antigua prisión de Zamora había un pabellón reservado
para los sacerdotes y religiosos que eran encarcelados principalmente
por motivos políticos, en tiempos de Franco. En tiempos de ZP se rodó
en dicha prisión la película Celda 211, ganadora de ocho Premios Goya,
basada en la novela homónima de nuestro compañero Francisco Pérez
Gandul. La dirigió Daniel Monzón y la protagonizaron Luís Tosar,
Alberto Ammann. Antonio Resines… En el largometraje franquista
intervinieron, tras un casting policiaco, sacerdotes vascos, frailes,
curas obreros y algunos jesuitas. Entre estos últimos figuró Francisco
García Salve, que vivió esta otra experiencia:
La Policía rodeó el
convento de los Padres Oblatos en Pozuelo de Alarcón. Dentro se
celebraba una reunión de dirigentes nacionales de una central sindical,
afecta al PC. Cuando fueron detenidos se encontraban escondidos en
distintos lugares del recinto. Eran Marcelino Camacho, Fernando Soto,
el cura obrero Francisco García Salve, Juan Muñoz Zapico, Francisco
Acosta, Nicolás Sartorius, Miguel Zamora, Luís Fernández Castilla,
Pedro Santiesteban y Jesús Sánchez, que era el nombre que constaba en
la documentación falsa que portaba Eduardo Saborido. En los
interrogatorios todos negaron pertenecer a Comisiones Obreras y cada
uno manifestó que no conocía a los demás. El más imaginativo de los
detenidos declaró a la Policía: “Mi mente es muy calenturienta. Cuando
me detuvieron no huía de ustedes, sólo buscaba en el convento pasadizos
misteriosos, paredes falsas, escaleras secretas, salidas ocultas, como
si se tratase de un cuento soñado en mi infancia”
García Salve,
fallecido el pasado día cinco, tuvo dos hijos con su compañera Isabel.
A los 72 años se jubiló como abogado laboralista. Cuando estaba
encarcelado en Zamora comenzó a estudiar Derecho.
(“Por los puentes de Zamora, sola y lenta iba mi alma. A veces miraba al cielo, a ratos miraba al agua” escribió Blas de Otero).