Faltaban muchos años para que Alberto Garzón, del
PCE, líder de Izquierda Unida e hijo de un profesor de Geografía e
Historia y de una farmacéutica, llegara a este mundo cuando ocurría lo
que voy a contar: En la clandestinidad siempre había un matrimonio
joven, dentro del movimiento obrero, que reservaba un niño, para que
fuese bautizado el 1 de mayo en la ermita de Nuestra Señora de la
Encarnación, de Gerena. Los invitados, a escondidas de las autoridades,
aprovechaban la ocasión para celebrar de verdad el Día de los
Trabajadores, que era su gran fiesta. Todos, menos el neófito, eran de
Comisiones Obreras y de otras organizaciones sindicales.
Pasaron
miles de días y en plena democracia, un joven economista llamado
Alberto Garzón entró de visita en el templo de Podemos para recibir, en
plan de amistad, las aguas bautismales de ese partido, pero ocurrió que
el sumo sacerdote le administró con habilidad el viático, sin llegar al
infanticidio.