“Santiago de
Compostela es pequeño. Todos nos conocemos. Mi padre era amigo del
padre de Rosario, el abogado Porto. Los dos coincidían con frecuencia
en el Parque de la Alameda, el más céntrico de la ciudad, antes y
después de la adopción de Asunta. Abuelo y nieta se adoraban”.
Entrañable comentario de la psicóloga Pilar Enjamio que se ha dejado
preguntar antes de que vea la luz la sentencia.
-¿Qué me dice usted del blog de Asunta?
-Es una evidencia de la muerte extraña de los abuelos, tema que no ha sido estudiado.
-¿Extraña?
-Primero falleció la abuela y al poco tiempo murió el abuelo. Los dos fueron incinerados enseguida para que nadie atisbara lo que pudo haber ocurrido.
-¿Sospechaba algo la niña?
-Cuando
una niña sufre por algo, teme expresar el verdadero motivo de su pena,
pero recrea la historia que tiene en su mente con nombres ficticios. De
este modo sale a la luz eso que le ahoga. Esto hizo Asunta. Y le servía
para relajarse y como para dar un aviso.
-Llegó a narrar un cuento de miedo cuya protagonista era ella.
-Contó que a una niña quisieron asfixiarla una noche cuando dormía, pero no dijo que era ella hasta más tarde.
-¿Acompañaba usted a su padre al Parque de la Alameda?
- Con
frecuencia. En cierta ocasión oí que el padre de Rosario decía al
mío:”No me gusta mi yerno, mi hija no es feliz y se permiten unos lujos
desorbitados. Creo que Asunta la puede centrar y la apoyará cuando ni
mi mujer ni yo estemos en este mundo”.
-¿Qué era Asunta para su madre?
-Como
un bolso de Prada para vestirla, como un juguete, pero al crecer la
niña comenzaron a chocar porque se trataba de dos personalidades
infantiles que rivalizaban. Rosario sintió celos por lo bien que se
llevaban el abuelo y la nieta, que era prodigiosa y muy inteligente.