martes, 20 de octubre de 2015

Las madres

Era una mujer que se encontraba nerviosa en el el Sporting Club de Bilbao porque su hijo, de 18 años,  iba a pronunciar por vez primera un discurso ante importantes personalidades. Ella tenía 46. Viuda.  Se llamaba Cristina. Era la reina madre de España, y el joven,  el  rey Alfonso XIII. No lejos de ellos,  un experto taquígrafo, Indalecio Prieto,  de 21 años,  que habían contratado  para que transcribiera la disertación del monarca, tarea que realizó con pericia, pero con  tristeza porqué oyó decir a la reina: hijo no bebas más, que tienes que hablar en público. El rey no le hizo caso y pidió al camarero que le sirviese otro güisqui.  En aquel momento el taquígrafo vio en la reina madre a su madre que también era viuda.  
(Me contó Alfonso Carlos Saiz Valdivieso que su biografía sobre Indalecio Prieto se leyó en el refectorio del Monasterio de Silos mientras los monjes comían. Eran los tiempos en los que en España mandaban Felipe González y Alfonso Guerra).