domingo, 18 de octubre de 2015

Un cielo para ella

Pregunté por Enrique García. (Su nombre no figuraba en los libros de historia ni en el cuaderno del olvido. Había sido portavoz del Gobierno cuando Rafael Escuredo presidía la Junta de Andalucía) Me atendió su secretaria, una mujer joven, amable y de buen ver.
¡Cuánto tiempo! ¿Qué haces ahora? “Ejerzo, por primera vez en mi vida, lo que estudié: la Química. Trabajo en una empresa que se dedica a la depuración de aguas, tanto potables como aguas residuales”. Media hora de sus recuerdos como hombre de radio. Comenzó en la Voz del Guadalquivir. Sesenta pesetas por cada entrevista. Entonces empezaba también Pilar del Rio. Me fijé en el cuello de Enrique. ¿qué llevas?  “Un crucifijo de oro, que me  regaló Ana, mi mujer, en el decimoprimer aniversario de boda”. Ya te dejo.  “Espera” Salió la joven de antes y él dijo: “Mi mujer, Ana”. (Un cielo para ella. Para él el deseo de que le siga latiendo el corazón).