martes, 14 de julio de 2015

Ha compartido mesa con enfermos de psoriasis de los cinco continentes

Antonio Manfredi, con la conocida periodista argentina
Silvia Fernández Barrio, presidenta de la asociación de
psoriasis en su país. 
En Suecia, la secuestrada dio un beso de despedida a su carcelero y surgió el síndrome de Estocolmo. De esto me acordé cuando por correo electrónico supe que Antonio Manfredi se encontraba en la capital de este país escandinavo. Le pregunté si se había cruzado con algún Premio Nóbel. 
-No coincidí con ningún Nóbel vivo, pero me pasé muchas horas en su magnífica Biblioteca Pública, un templo del saber al servicio de todos. Recomiendo visitar Estocolmo a los amantes de las ciudades construidas sobre el derecho del peatón a no ser invadido por nada, incluidos los coches. Qué envidia me dieron. Aquí, en Sevilla, los coches mandan sobre el peatón. 

Antonio ha asistido al Congreso Mundial de la Federación Internacional de Asociaciones de Psoriasis. Él representaba a la asociación española. Calcula que en nuestro país padecen esta enfermedad en torno a millón y medio de personas. La mayoría, en estado leve. Otros llegan a necesitar hospitalización. 

-¿Hay países más propensos a esta enfermedad?
-No, el 3% de la población mundial sufre psoriasis, sin que podamos definir lugares más propensos. Allí he compartido mesa con gente de los cinco continentes.
-¿Traes buenas noticias de Estocolmo?
-Vengo contento. Seguimos avanzando en el reconocimiento de esta patología, que ya ha sido considerada por la ONU como enfermedad grave, por lo que se insta a todos los gobiernos del mundo a un trato específico y eficaz. Hay  quien piensa que sólo es una patología estética, sin mayores complicaciones. Al contrario, puede producir artritis, problemas cardiovasculares y problemas psicológicos derivados de la evidencia de una enfermedad de la piel, que genera rechazo social, a pesar de que la psoriasis no es, en ningún caso, contagiosa. 
-¿Tienen estos enfermos acceso fácil al diagnóstico?
-El diagnóstico es sencillo. El médico de familia lo hace sin problemas. Otra cosa es una derivación de artritis, por ejemplo, que a veces no se relaciona con psoriasis.
-¿Cuándo surgen las complicaciones?
-Cuando el médico de primaria se resiste a enviar al afectado al especialista, lo que nos preocupa bastante, porque a veces se hace por criterio puramente económico, para evitar sobrecargar los hospitales. Un retraso de meses en el tratamiento de una artritis puede ser fatal. 
-¿Y el acceso a los tratamientos más avanzados?
-Varía  mucho, por desgracia. En España podemos estar moderadamente satisfechos. Los hospitales públicos andaluces, al igual que los españoles, están dando acceso a los afectados a los tratamientos biológicos, que son eficaces. No digo que curen, porque la psoriasis no tiene cura. Pero en términos de calidad de vida han devuelto la esperanza a muchos afectados. Eso es lo importante y la sanidad pública está dando esta oportunidad. 
-¿Disponen de información suficiente  estos pacientes para saber convivir con la enfermedad?
-Nunca es suficiente la información. De ahí nuestro trabajo en  Acción Psoriasis: ofrecer siempre herramientas de conocimiento. Personalmente hablo mucho con afectados y les infundo ánimo, pues hoy la psoriasis no tiene que determinar la vida de nadie, en absoluto. Me satisface mucho poder ayudar y siempre estoy a disposición de quien lo solicita.