jueves, 28 de mayo de 2015

Pérdida

El hombre, después de depositar su voto en la urna, entró en un periódico, consultó las tarifas de publicidad y gestionó la inserción del siguiente anuncio:
“Recompensaré con una buena idea de curso legal al que encuentre un pensamiento que fue mío. Anda sin dueño por la calle. Tiene barba de dos días y cicatrices de dudas en el alma. Viste como siempre: hace años que no crece, que no engorda. Va indocumentado como el buen tiempo.
Es conveniente que no se le acerquen los honrados y los humildes de profesión porque puede vomitar. Siente arcadas ante los que reparten, como caramelos envenenados, copias falsas de su pasado. Así es de susceptible. Desconfía de los lisonjeros, de los embaucaudores, de los que padecen hambre y sed de dinero, de los que vienen del reino de la rutina disfrazados de novedad.
Al pensamiento que fue mío lo han visto nadar en un ancho río cuando se apagaba la tarde. Intentaron pescarlo los salvadores de .siempre y los de ahora.
Dicen los mal pensados que se lo llevó la corriente”