sábado, 23 de mayo de 2015

Los dos tesoros de Dora (1)

Adoración Díaz Guerra abre el libro de su vida y me lee despacio unas líneas de la página par, la que está a la izquierda:•”Soy rebelde y muy crítica siempre, me llamaban Mafalda. Soy muy inquieta. El aburrimiento y el desaliento son términos que no están en mi diccionario. Necesito inventar algo continuamente que suponga un reto en mi trabajo como en mi vida personal “
-¿Lo qué más te preocupa del futuro?
-La felicidad de mis dos hijos a quienes, como tantas otras compañeras periodistas y divorciadas, les he dedicado menos tiempo del deseado y en los que he intentado inculcar el sentido de la disciplina, la responsabilidad y la independencia, heredado, quizá, de varias generaciones de militares en mi familia.
-¿Qué les desea?
-Que les acompañe siempre el sentido del humor y la imaginación, esas dos armas de supervivencia que guardo como mis más preciados tesoros y que me permiten sortear con alegría esos obstáculos que a veces te encuentras en el camino.
Dora trabaja en el Centro Regional de Transfusión Sanguínea de Sevilla, en la Unidad de Comunicación. Dice que más aún que el periodismo le atraía la medicina y que ahora disfruta trabajando a caballo entre una y otra disciplina y hasta se siente útil a los demás.
-Tienes el privilegio de estar muy cerca de la generosidad de mucha gente.
-Es lo mejor de mi trabajo. Todos los días hay personas que nos sorprenden con su buena disposición para ayudar a los demás. Ahora hay un niño enfermo en un pueblo de la Sierra Sur. Sus padres pidieron ayuda y al momento se saturaba la centralita y recibíamos a muchísimas personas que se desplazaban decenas de kilómetros para colaborar. 
-Los nervios hacen algunas veces malas pasadas a los donantes. Me contaron que uno de ellos preguntó a la enfermera: ¿Me puede decir qué grupo sanguinario tengo yo? 
En cierta ocasión se presentó en el centro la madre abadesa de un convento de clausura. Venía a pedir explicaciones porque una monja había recibido el mensaje de que era “seropositiva”. ¿Cómo era posible aquello con el voto de castidad? Afortunadamente se aclaró el malentendido: su grupo sanguíneo era el 0 positivo, no había sufrido ningún contagio.