domingo, 17 de mayo de 2015

El segundo pecado



“La masturbación es una vivencia mecanizada, automática, rápida y despersonalizada. Es una especie de violencia sobre el cuerpo, porque pretende arrancarle el placer sin vivir a cambio la verdad del amor que le da sentido”. 
Son palabras del prelado más joven de España: José Ignacio Munilla, nacido en el País Vasco en 1967. Se pueden leer en el libro “Sexo con alma y cuerpo” que ha escrito recientemente en colaboración con Begoña Ruiz Pereda, licenciada en Ciencias Religiosas y experta en afectividad. Él es obispo de San Sebastián. 
El más grosero de los irreverentes quizá piense que el autor se entregó al auto placer para definir con tanta precisión la masturbación mientras le hablaba a Dios a través de un Padrenuestro que no podría terminar. Otros, como el psiquiatra Thomas Szasz, creen que es “la actividad sexual más primitiva de la humanidad; en el siglo XIX era una enfermedad, en el XX, una cura”. Este médico norteamericano, de origen húngaro, murió hace tres años a los 92. Fue profesor de Psiquiatría de la Universidad de Siracusa.
Decía que el primer pecado, el original, fue conocer el bien y el mal. El segundo, hablar claro.