martes, 5 de mayo de 2015

Las tres últimas líneas de su vida

Jesús Hermida aparecía en TVE una media de tres minutos diarios lo que le suponía unas seis horas de trabajo. Cuidaba las tres últimas líneas de cada crónica, no el gesto que era una cosa instintiva. Desde que llegó a Nueva York para hacerse cargo de la corresponsalía del ente público sacaba tiempo para leer un libro a la semana, oír el disco de moda, asistir al teatro cada siete días, ver a sus hijos todas las tardes, llevarlos al cine los sábados y salir a patinar con ellos los domingos. Todas las mañanas tenía un rato de cháchara o de tertulia político-internacional en la ONU. Enseguida advirtió que allí se ama más a los perros que en España, porque la gente está más sola. Él se llevó al suyo, porque no quiso dejar parte de la familia en nuestro país.
Conocí a Hermida cuando presentó su libro “El pueblo contra Richard Nixon”. Hacía menos de cuatro meses que el protagonista de su obra había dejado para siempre la Casa Blanca por el escándalo Watergate.
-¿Le has enviado un ejemplar?
-No se me había ocurrido. Se lo enviaré, pero no creo que le guste. El libro no es anti-Nixon, porque Nixon pasó. Es un canto a la democracia norteamericana.