El dictadorcete de Podemos emprendió el camino de
regreso a las elecciones municipales con menos equipaje. Dejó en la
taquilla de la estación la palabra “casta”, que era un puñal de juguete
que blandía cual caballero medieval en sus intervenciones televisivas.
Lo clavaba sin piedad a la Constitución de 1978, a los bancos, a los
corruptos y a mucha gente, excepto al papa Francisco y a más de un
venezolano. Todavía sangran ante las miradas temerosas de Rajoy y de
Esperanza Aguirre. Ella, para aliviarse, se tomó un refresco en el bar
del padre de Juan Carlos Monedero, que es simpatizante del PP. Se.les
vio .en televisión cómo charlaban. Sólo le falta ir a Santiago de
Compòstela para comprar algún complejo vitamínico en la farmacia del
abuelo de Carolina Bescansa, la mujer más importante de Podemos. Esta
formación política recuerda a los medicamentos. Me explico: unos son de
marca y otros genéricos. Estos tienen el mismo principio activo, la
misma eficacia.y son más baratos. Pablo Iglesias no quiere presentar a
Podemos en las elecciones municipales. Sólo da permiso a los
genéricos: “Sevilla sí puede”, ”Por Cádiz sí se puede”, “Ahora Madrid”…