El candidato socialista a la alcaldía de
Madrid, José Miguel Carmona, coincidió en el tranvía de Parla con Pablo
Iglesias. Este le saludó con afecto:diciéndole “Tic tac. Tic, tac” a
lo que el otro respondió educadamente: “Pim pam. Propuesta”. Pim pam.
Propuesta”. Los demás viajeros corearon entusiasmados tan extraño
diálogo. Cuando se bajó del tren el líder de Podemos, el socialista
aprovechó la ocasión para dirigirse a sus compañeros de viaje: “Debo
decirles que yo pongo las dos manos en el fuego por mi gran amigo, el
honrado Tomás Gómez”. Enseguida un enfermero que iba en el tren llamó
por el móvil al hospital donde trabajaba y comunicó a la Unidad de
Quemados que estuviesen preparados para una posible emergencia.
De repente se hizo un silencio en el tren: Había pasado un ángel.
Horas antes el periodista Iñaqui Gabilondo había comentado en un medio de comunicación la destitución de Tomás Gómez. Y dedicó palabras paternales al PSOE: dijo que el partido continuaba su proceso autodestructivo...
Sobre el posible sucesor de Tomás Gómez se preguntaba el hombre de la SER qué persona inteligente querría meter su cabeza en la boca de este lobo. Ignoraba el periodista vasco que el más ilustrado de su familia podía ser presa del canis lupus.
De repente se hizo un silencio en el tren: Había pasado un ángel.
Horas antes el periodista Iñaqui Gabilondo había comentado en un medio de comunicación la destitución de Tomás Gómez. Y dedicó palabras paternales al PSOE: dijo que el partido continuaba su proceso autodestructivo...
Sobre el posible sucesor de Tomás Gómez se preguntaba el hombre de la SER qué persona inteligente querría meter su cabeza en la boca de este lobo. Ignoraba el periodista vasco que el más ilustrado de su familia podía ser presa del canis lupus.