Los metalúrgicos sevillanos solicitaron
por escrito a la Delegación de Sindicatos el salón de actos para
celebrar una asamblea con motivo del 1 de mayo. Corría el año 1967 y
era gobernador civil de Sevilla Utrera Molina. La petición fue
denegada. Ante este contratiempo, consiguieron permiso para asistir a
una conferencia sobre el 1 de mayo desde el punto de vista cristiano en
el Palacio Arzobispal. Eran 2.000 trabajadores. Al finalizar el acto
pidieron a gritos sindicatos libres y amnistía para los presos
políticos. Los gritos fueron escuchados en la Plaza de la Virgen de los
Reyes, que estaba tomada por la Policía Armada. Comenzaron a salir
lentamente del edificio para manifestarse.
Cuando pasaron por la calle
Alemanes eran seguidos muy de cerca por los agentes del orden. El
número de manifestantes mermó: quedarían de los 2.000 unos 200. Al
llegar a la puerta del Banco de España, la Policía comenzó a
dispersarlos. En aquel momento. aparecieron miembros de la temida
Brigada Político Social. Un manifestante dijo:“Esos vienen a por
nosotros”. Llegaron y ordenaron a varios miembros de la Policía Armada
que detuvieran a Fernando Soto y a Eduardo Saborido. Los esposaron con
las manos atrás y los hicieron subir, a empujones, a un furgón
policial. El gobernador Utrera Molina ordenó su ingreso en prisión a
disposición de la autoridad judicial.