Paquirri llegó a la plaza de toros de
Pozoblanco a las seis menos cuarto. Se acercó a saludarlo el capellán
don Manuel Moreno. El torero le preguntó por la capilla. Los dos
entraron en una sencilla habitación donde estuvieron diez minutos en
silencio ante una imagen de la Virgen y ante el Cristo de las Injurias.
Y en el cuarto toro de la tarde Paquirri comenzó a morirse cuando “Avispado” lo enganchó. Ya en la enfermería el torero impuso un poco de serenidad a cuantos intentaban remediar el percance. Hasta allí se abrió paso el capellán de la plaza. Paquirri lo reconoció. El cura le puso la mano en la nuca y le preguntó si le necesitaba para algo. “No, padre. Gracias.”
La noche anterior, a la una y media de la madrugada, el torero llamó por teléfono, desde un hotel de Logroño, al periodista Santy Arriazu, porque no podía dormir y quería hablar con un amigo. Charlaron de su inmediato viaje a Miami. Le acompañarían su cuñado Agustín Pantoja y Manolo Gallardo. Este reportero gráfico estuvo con el torero y su mujer, durante el viaje de novios, en Roma y Venecia, donde toda la obsesión del torero era tirarle de una góndola.
En la primavera de 1982, un periodista de Hola fue enviado a Bogotá porque Paquirri había pactado una exclusiva con la revista. El viajero, que llevaba en su cartera un talón de 500.000 pesetas para el torero, era Santy Arriazu. Cuando se lo entregó, Paquirri, sin titubear, lo partió y dijo: “Yo no vendo la noticia de mi boda con Isabel. Ha sido una prueba que he puesto a Hola. Acordé con el hijo del dueño de la revista esa cantidad. Pero lo que hice fue un pacto de prueba.”. El periodista le respondió:”Yo me había sentido muy triste siendo portador de ese cheque, porque tenía otra idea de ti.”
Y en el cuarto toro de la tarde Paquirri comenzó a morirse cuando “Avispado” lo enganchó. Ya en la enfermería el torero impuso un poco de serenidad a cuantos intentaban remediar el percance. Hasta allí se abrió paso el capellán de la plaza. Paquirri lo reconoció. El cura le puso la mano en la nuca y le preguntó si le necesitaba para algo. “No, padre. Gracias.”
La noche anterior, a la una y media de la madrugada, el torero llamó por teléfono, desde un hotel de Logroño, al periodista Santy Arriazu, porque no podía dormir y quería hablar con un amigo. Charlaron de su inmediato viaje a Miami. Le acompañarían su cuñado Agustín Pantoja y Manolo Gallardo. Este reportero gráfico estuvo con el torero y su mujer, durante el viaje de novios, en Roma y Venecia, donde toda la obsesión del torero era tirarle de una góndola.
En la primavera de 1982, un periodista de Hola fue enviado a Bogotá porque Paquirri había pactado una exclusiva con la revista. El viajero, que llevaba en su cartera un talón de 500.000 pesetas para el torero, era Santy Arriazu. Cuando se lo entregó, Paquirri, sin titubear, lo partió y dijo: “Yo no vendo la noticia de mi boda con Isabel. Ha sido una prueba que he puesto a Hola. Acordé con el hijo del dueño de la revista esa cantidad. Pero lo que hice fue un pacto de prueba.”. El periodista le respondió:”Yo me había sentido muy triste siendo portador de ese cheque, porque tenía otra idea de ti.”