martes, 19 de agosto de 2014

Antonio Ojeda Avilés cuando era joven

Es Domingo de Resurrección. Año 1985. Manuel Olivencia, catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Sevilla, llama por teléfono a Ángel Ojeda Avilés y le dice que quería conversar con él sobre la Expo 92.
-Es un tema muy interesante, le contesta Ojeda.
-¿Cuándo te parece que nos veamos? pregunta el profesor.
-Cuando tú prefieras.
-¿Hoy mismo?
-Si quieres, voy a verte a tu casa.
-Vente para acá. 
Conversaron durante tres horas. Después Ojeda comentó a un amigo de toda su confianza: “Me ha dicho Olivencia que necesita a una persona de mis conocimientos” ¿Te interesa trabajar en ese proyecto de la Expo? le pregunta el amigo. “Me ilusiona y me parece que voy a ser el único socialista de su equipo” ¿Sabe él que eres socialista?  “Él me ha confesado que me ha llamado por mi profesionalidad, como hará con los demás” ¿Desde cuándo os conocéis? “Ha sido profesor mío en la Facultad de Económicas”.
Cuando se incorporó al proyecto de la Expo, Ojeda  renunció a su cargo de Administrador General  del Instituto Nacional de la Salud, donde manejaba un billón de pesetas al año. Su sueldo ascendía a 200.000 mensuales.  Utilizaba un 124 Sport del año 72. Le tenía cariño.
Un periodista de ABC, Antonio Burgos, escribió: “Es un orgullo que de vez en cuando, la democracia la hagan los demócratas de toda la vida, como Angel Ojeda”. Es  de los que te caen bien… Sí, señora, porque no es un travestido…  Este, señora, que se lo digo yo, dio  la cara cuando había que darla”.