miércoles, 11 de junio de 2014

(I) Conversaciones sobre La Cuadra, con Lilyane Drillón

En los muchos viajes de Salvador Távora por Europa y  América, con  el grupo teatral La Cuadra, siempre se ha reservado algo para él.   Procuraba buscarse una hora para andar solo por cualquier calle desconocida del mundo. Durante estos paseos solitarios, en más de una ocasión se sentía tan angustiado que pensaba que se iba a morir de repente. Automáticamente se echaba mano a la cartera para comprobar si tenía en regla el seguro de defunción, porque siempre le ha preocupado mucho que el traslado de su cadáver a Sevilla no fuese tarea fácil.  Él sigue estando muy vivo y su obra, también. Sobre todas   "Quejío", que es un llamamiento a la unidad. Unidad tan necesaria cuando se estrenó  en 1972 como hoy día, en 2014. 

¿Enseña Salvador a vivir?
Responde Lilyane Drillón, cofundadora y codirectora de La Cuadra:
-La Cuadra capitaneada por Salvador fue una escuela de vida. Al  unirme a la compañía me encontré inmersa en una cultura ajena, en un modo de vivir muy diferente, en la practica permanente de otra lengua. Tuve que ser permeable, respetar las diferencias, abrirme a lo ajeno, eso sin perder mi identidad. Fue posible porque siendo muy sólido mi bagaje cultural podía seguir aprendiendo. Lo que no he dejado de hacer jamás. Y la magnifica oportunidad de viajar, penetrar, trabajando, en tanto países con sus riquezas culturales, ha sido el mejor regalo que he tenido en mi vida, y me confirmó que nos parecemos, que los mismos sentimientos nos rijen. Por eso mismo los espectáculos creados por Salvador han podido ser recibidos en tan diferentes lugares.

-¿Te dio tiempo a enamorarte del jefe?
-A Salvador siempre lo admiré y respeté por su capacidad de creación, por su talento para inventar un lenguaje teatral a partir de su cultura, y la suya no es la de los libros, sino viene de sus raices, es vivencial. Había una cierta osmosis en nuestra relación. Eramos complementarios, existía un intercambio y un entendimiento muy profundos. En cuanto a enamorarme… es una palabra que para mi evoca a las mariposas, libando de flor en flor, libres. Y siempre me he sentido libre.