Algo le ocurrió a Rafa la primera madrugada de Semana Santa que vivió con su pandilla de amigos al salir de la adolescencia. Ha dejado escritas estas palabras “El Señor no puede detenerse con todos y camina, camina, camina…”. Y dice después que al rescatarlo de la bulla una amiga se cayó y quedó tumbado en el suelo. Entonces el Gran Poder lo miró para recordarle un mensaje… He leído esto en el pregón que no pudo terminar porque parece que alguien estaba interesado en acabarlo divinamente.
Rafa Martín Holgado quería pronunciarlo ante la asociación de médicos, de la que eran miembros Roberto, su amigo oncólogo, y Rosa, su amiga de adolescencia. Rafa murió el pasado cinco de febrero, rodeado de los suyos, a los 51 años. Cuenta en el pregón que mientras lo redactaba revivía algunos recuerdos de su niñez que creía perdidos.
Consideraba su infancia como un tiempo de miel y de caramelo, de gusto por los grandes misterios dorados. Pero también un tiempo de sombras y miedos. Era un niño la última vez que su padre lo llevó a ver la entrada del Cristo de los Estudiantes. Percibió enseguida que el Señor venía muriéndose, que no le quedaba un suspiro. .. En la Revista Triana ha escrito José Luis Jiménez que cuando conocemos a alguien tan lleno de vida, tan optimista, tan sensible y tan humano como Rafa resulta imposible reponerse de su ausencia. La Basílica del Cachorro quedó pequeña para acoger una multitud de amigos en su misa de réquiem en la que se respiraba un doloroso silencio.