martes, 22 de abril de 2014

“Rafa nunca me habló de la muerte” dice su médico

Quería conocer a la persona que preguntó a Rafael Martín Holgado,  horas antes de que falleciera, si quería descansar. Quería conocer al doctor Roberto Lasso de la Vega para preguntarle esto:
-¿Comprendió él lo que le dijo usted?
-Rafa nunca me habló de la muerte en general y menos de la suya en particular. Yo sabía que había pasado un mal domingo y una mala noche por eso le pregunté si quería descansar cuando fui a verlo el lunes a su casa  y también le pregunté si deseaba permanecer allí o que lo lleváramos al hospital.
-Quince días antes de su muerte hablé con él por teléfono. Estaba corrigiendo exámenes. Me dijo que era una manera de evadirse del cáncer. Luego sus palabras se convirtieron como en una despedida de amor a Regine, su esposa.
-El deseaba mantener su vida lo mas normal posible y casi le fue posible hasta poco antes del final. El viernes anterior a su ingreso  en el hospital Virgen del Rocío hicimos una cena en su casa, ya que no estaba en condiciones de salir, y aunque no estuvo como en sus mejores momentos casi los alcanzó. Me refiero a condiciones físicas y sobre todo psicológicas o mentales.
-¿Su biografía, doctor?
-Es  muy corta a pesar de mis 58 años. Nací en Burgos, de donde era mi madre, cuando debería haberlo hecho en Sevilla pues mis padres se trasladaban aquí desde Bilbao donde fui concebido. Me quedé huérfano siendo muy joven.
-¿Dónde estudió Medicina?
-En Sevilla gracias a mi madre y a un antiguo jefe de mi padre, que  me consiguieron una beca de las mutualidades laborales franquistas.


El doctor Lasso de la Vega, tras sacar el MIR, hizo la especialidad de Oncología en el Virgen Macarena. Ejerció en varios hospitales andaluces y últimamente en el Virgen de Rocío, donde sigue. Se casó con una trianera, Rosa, también médico, y por eso tuvo la suerte de conocer a Rafa. Es padre de dos hijos.

-El Viernes Santo  vistió usted la túnica de nazareno de Rafa en la Hermandad del  Cachorro. ¿Qué sensaciones tuvo?
-Soy una persona poco religiosa, no me gusta la Semana Santa y nunca he participado en ella. Puedo decirle que ha sido una experiencia gratificante y sobre todo en algunos momentos.
-¿A qué se refiere?
-Al calor de la calle Castilla a la ida, los niños pidiendo  caramelos y estampas, aunque yo solo les di cera que era lo único que tenía.
-¿La salida de la catedral?
-Allí escuché una marcha que para mi era Madrugá, aunque Regine dice que era Amargura. Otros momentos fueron  pasar por el Arco del Postigo, la entrada en su iglesia y tantos otros que Rafa me había contado de una forma tan amena y cordial que me hicieron añorarlo al recordarlos durante el recorrido. Pues para mi  Rafa ha sido y será siempre mi mejor amigo.
-¿Confiaba en usted  como médico?
-Confiaba en todos sus médicos ciegamente, ya que a pesar de su excelente formación científica nunca buscó información por su cuenta y siempre nos preguntó a nosotros.
-¿Qué tal fue como paciente?
-Sincero, colaborador, entregado, comprensivo y siempre positivo.
-¿Se imagina el dolor de sus padres?
-La imaginación es libre y en mi vida como oncólogo he visto muchas formas de expresión en este trance. Afortunadamente nunca he pasado por él  y espero no pasarlo nunca. Tengo dos hijos y me gustaría morir antes que ellos. Lo que a todos nos parece lo natural y que desgraciadamente en este caso no lo ha sido.
-¿Y el dolor de su hijo?
-Mi padre murió cuando yo tenía seis años y mi madre a mis diecinueve. Pero, insisto, cada uno siente este dolor a su manera y no hay ninguna mejor que las demás.
-¿Sospechaba Rafa que él se iba a ir para siempre?
-No lo sé porque nunca lo preguntó.
-¿Le expresó sutilmente su última voluntad?
-No.
Rafa era biólogo y antropólogo. Murió a los 51 años. Ocultó su mal a los padres).