domingo, 27 de abril de 2014

Pinta paisajes casi a ciegas y sueña que ve

Pinta, casi a ciegas, paisajes a la acuarela desde el 2000. Aquel año José Miguel González, que no había cumplido aún los cuarenta, acudió a la consulta del último oftalmólogo que estudió la enfermedad de sus ojos. No esperaba lo que oyó decir al oculista: “Busque otro medio de ganarse la vida, porque lo que usted tiene es una ceguera legal (0,1 de visión). No va a poder leer, ni conducir, y ver la televisión le va a resultar dificultoso. Padece una degeneración macular. Va a terminar prácticamente ciego”.
-¿Cómo reaccionó usted?
-Me eché a llorar. Se derrumbó mi mundo, mis sueños e ilusiones. Intenté buscar remedio pero sólo encontré frustración y desconsuelo. Tenía que abandonar mi profesión. Yo trabajaba como fotógrafo de prensa en el Heraldo de Soria.
-¿Recuerda alguno de sus éxitos periodísticos?
-Fotografié al asesino de tres personas. La foto salió publicada en El País, La Vanguardia, El Mundo… Había matado a su compinche, a un capitán de la Guardia Civil y al hermano de un buen amigo y compañero de prensa, a quien  intentó robarle la moto para huir.

 
José Miguel y su esposa, Elena, tienen un hijo de diez años. Pensando en ellos se afilió a la ONCE. Comenzó a vender cupones y pronto hizo una compra muy especial que sería clave para su futuro. Adquirió una caja de acuarelas y, sin saber pintar, comenzó a hacerlo.
-¿Disfruta pintando?
-Mucho.
-¿Compran sus obras?
-Sí. He tenido mucha suerte.
-¿A cuánto?
-A seiscientos euros.
-¿Qué comentan los que le ven pintar?
-Que me tengo que acercar tanto al papel que casi lo toco con la nariz.
-¿Dicen la verdad?
-Sí. Lo cierto es que yo no veo la punta del pincel. Un día mi mujer me dejó en un camino para pintar. Cuando después me vino a buscar, miró el cuadro y observó que yo había pintado un árbol cuando lo que tenía delante era un poste de telégrafos.
-¿Sueña que ve?
-Sí, sueño que veo, y sueño que veo en color y perfectamente. Hasta ahora, en ninguno de mis sueños aparezco como un discapacitado visual.
-¿Qué colecciona?
-Voces. Como me cuesta mucho ver y distinguir a las personas por su cara, he ido adquiriendo el hábito de ir grabando en mi memoria, sin darme cuenta, las voces de las personas. Escucharlas y al momento reconocerlas es otra forma de verlas, aunque haya pasado mucho tiempo desde que no me encontrara con ellas.
José Miguel ha expuesto sus acuarelas en Soria, Gijón, Burgos, Cádiz, Albacete, Montevideo y en una cafetería de Nueva York.
-¿El que observa sus cuadros puede sospechar que están pintadas por un hombre casi ciego?
-No, y mi principal objetivo es que no lo sepa. Quiero que se vea mi obra y se aprecie como lo que es, buena o mala, que guste o no guste.
-¿Ve con buenos ojos el porvenir de su hijo?
-Sí. Afortunadamente mi problema visual no es hereditario. Lástima que a él no le guste pintar, de momento.
-¿Cómo pintaría a su esposa un día soleado?
-Nunca lo he intentado, no me atrae el retrato ni la figura. Posiblemente si la retratara como yo la veo me pediría el divorcio...