El profesor José Hernández
Díaz tomó posesión de la alcaldía de Sevilla el 2 de diciembre de 1963.
Enseguida se le ocurrió hacer una innovación durante la Semana Santa,
lo que le supuso que durante seis días seguidos le pusieran como un
trapo en la prensa y en la calle, según reconoció él mismo. Su idea
consistía en que cuando se detuviera el “paso” ante el palco
presidencial, en la Plaza de San Francisco, un locutor leyera durante
un minuto un texto alusivo a lo que representaba la imagen. Hay que
reconocer que sesenta segundos pasan enseguida. Pero llegó una
madrugada en la que los concejales que se encontraban en el palco
presidencial se echaron a temblar, porque temieron que les ocurriera
algo o que se alterara el orden público. Tenían razón. Al pasar la
Macarena, el alcalde dijo al locutor que no leyera el texto, ya que él
dirigiría unas palabras a la Virgen. Todos, temerosos, creyeron que iba
a pronunciar una conferencia por su condición de catedrático de
Historia del Arte y por sus numerosas publicaciones sobre la imaginería
sevillana. Hernández Díaz no sobrepasó el minuto, pero pocos días
después unos amigos le dijeron: "Vamos a dar un paseo en coche”. Y se
lo llevaron por las calles de la ciudad donde más baches había.