viernes, 21 de marzo de 2014

Ovaciones en el albero de Montero Galvache (y 2)

-Estas son las dos nietas deliciosas que me ha dado mi hija.
Francisco Montero Galvache, mientras hablaba, miraba las fotos de las niñas que alegraban la mesa de su estudio. Tras unos segundos de silencio dijo:
-Son dos milagros vivos, porque nacieron con pocas posibilidades de vida y están espléndidas. Bien lo sabe esto Miguel Mañara, a quien se las confié.
-¿Ha sorteado peligros?
-Muchos. Se me ha tratado francamente mal en muchas ocasiones.
-¿Sacrificios?
-Tuve que vivir por mi cuenta muy pronto, porque éramos una familia de militares. Y, por lo tanto, modesta. Trabajé para pagarme el bachillerato y luego mi carrera de Filosofía y Letras.
-¿Tiene algún negocio a la vista?
-Como mi hija es abogado y su marido también, otro de mis hijos es abogado y el chico estudia Derecho voy a poner en mi casa un Corte Inglés jurídico.
(Faltaban dos días para la presentación de su libro “Ovaciones en mi albero”, prologado por un hombre de fútbol, Matías Prats, cuyos ascendientes eran íntimos del Guerra y Lagartijo).
El acto literario se celebrará en Jerez por estas razones tan reveladoras:
-Allí están mis padres esperando la Resurrección; allí se casó mi hija y allí dirigí, durante siete años, un periódico.
-¿Le gustaría morir más poeta?
-Me gustaría morir en paz. Reconciliado y viendo las cosas familiares en marcha.