Don José Montoto, con pajarita, con personal de talleres. Aparece su sucesor, Rafael González. |
“Un corazón viene de camino para usted” le dijeron, por teléfono, desde
el Hospital Virgen del Rocío. Eran las ocho de la mañana del uno de
agosto de 2010. “¿Me da tiempo de ducharme y afeitarme?” preguntó
Antonio Salud, que padecía una cardiopatía severa. “Sí, sí”, le
respondieron. Aquel día su primera nieta cumplía un año y el abuelo
recibía, como regalo anónimo, el corazón de un joven de 21 años que
había fallecido en Barcelona. La operación quirúrgica comenzó a las
tres de la tarde en el hospital sevillano.
Ahora Antonio Salud hace honor a su apellido. Sabe cuidarse y guardar los recuerdos de su vida profesional, que siempre ha estado vinculada al periodismo.
Ahora Antonio Salud hace honor a su apellido. Sabe cuidarse y guardar los recuerdos de su vida profesional, que siempre ha estado vinculada al periodismo.
Ingresó
en El Correo de Andalucía en 1963 como ayudante en la sección de
linotipias; esas máquinas que componían textos para ser impresos. Tenía
sólo 16 años. Con su buen hacer consiguió ascensos y tareas de más
responsabilidad. Dirigía entonces el periódico don José Montoto, quién
comenzó a hacer del diario una gran familia. Implantó la costumbre de
comer una vez al año con el personal de talleres. En su sección
“Pajaritas de Papel” escribía sobre el pasado, exaltándolo y sobre el
presente, criticándolo cuando lo merecía. Las “pajaritas” se le caían
de las manos, como decía fray Luís de sus versos, comentó un gran amigo
suyo. Con 47 años se estrenó como abuelo y escribió su primer libro. Lo
pasó mal cuando la rotativa de “El Correo” cortó el antebrazo a uno
de los operarios. Celebró que a los dos meses el accidentado ya supiera
hacerse el nudo de la corbata, peinarse y escribir con la mano
izquierda.
En 1973 el periódico cambió de sede. Dejó el número 17 de la calle Albareda y se asentó en la Carretera Amarilla. En 48 horas se hizo el traslado de la rotativa y de las linotipias. Antonio Salud, que colaboró en la tarea, me cuenta que no cobró ni un duro y que el cambio de domicilio fue un negocio para unos cuantos.
En 1973 el periódico cambió de sede. Dejó el número 17 de la calle Albareda y se asentó en la Carretera Amarilla. En 48 horas se hizo el traslado de la rotativa y de las linotipias. Antonio Salud, que colaboró en la tarea, me cuenta que no cobró ni un duro y que el cambio de domicilio fue un negocio para unos cuantos.