martes, 18 de febrero de 2014

Paco Casero, el negro grueso y una periodista inglesa

En el último viaje que Paco Casero hizo a Bengasi con un grupo de jóvenes andaluces, una de sus acompañantes, que no estaba embarazada, tuvo este capricho:
─Paco, ¿por qué no le dices a ese estudiante árabe que se ha unido a nosotros, que te dé el traje que lleva puesto y tú le entregas el tuyo?
─No, porque me puede mandar a hacer gárgaras...
─Anda, yo te ayudo.
─Espera, porque se me ha ocurrido una buena idea.
Casero cogió una tarta para doce personas que le habían regalado y se la mostró al estudiante árabe diciéndole:
-Me apuesto mi ropa por la tuya. Ganará el que coma más tarta.
-De acuerdo, contestó el árabe,  pero con esta condición: Yo no voy a ser el que va a intentar comer más tarta. Un amigo mío lo hará por mí.
A los diez minutos se presentó con un negro alto y grueso. Los apostantes partieron la tarta por la mitad. Era abizcochada y seca, características que no esperaban. Comenzaron. Ganaba el negro. Engullía más de prisa que el blanco. Rozaba la victoria cuando pidió agua y comenzó a hacer gestos de asfixia. No podía más. Casero siguió comiendo y el estudiante árabe perdió su vistoso atuendo.
Las muchas huelgas de hambre han convertido a este líder andaluz en un ser muy goloso. Celebra el fin de las huelgas con dulces, lo mismo que sus encuentros interesantes. Cuando una periodista inglesa del "Financial Times" vino a Sevilla para entrevistarle, terminaron en la Ibense. Era una noche de verano. Se pusieron morados. De helados.