-¿Quién es?
-No me ha dicho su nombre.
-¿Sabe lo que quiere?
-Tampoco.
-Dígale que enseguida salgo.
El profesor cerró el libro de Derecho Penal y abandonó la Biblioteca Universitaria. Le esperaba un hombre muy fuerte y muy alto, que no conocía. Enseguida se presentó:
-Soy el autor del crimen de la Alameda de la Herradura y quisiera hacerle una consulta.
El profesor se percató de que tenía delante al que había dado muerte a su novia y a un joven que estaba sentado con ella en un banco del paseo más próximo a la catedral compostelana
-¿Ha cumplido la condena?
-Toda
─Usted dirá.
-Me he enterado de que quieren hacer una película sobre este tema. Quería consultarle si yo podría cobrar derechos de autor.
-Hombre, más autor que usted, ninguno.
-Eso mismo pienso yo.
-Pero tanto como cobrar derechos de autor... La cosa es ya distinta.
