miércoles, 12 de junio de 2013

A domicilio

La señora de la centralita del periódico:
-Le llama Amparo Rubiales.
-Pásela.
Era su voz sugerente: Tengo a mi lado a Rafael Alberti. Es el mejor momento para que lo entrevistes.
-Espera un segundo.
(Llaman del PCE por si quiero entrevistar a Alberti, comento al director, que era José María Requena. “No, no. Diles que estás muy ocupado y que no puedes desplazarte.”)
-Amparo, estoy muy liado. No puedo moverme del periódico.
-No te preocupes. Yo te lo llevo.
(“Requena, que vienen, que Amparo Rubiales lo trae”. El director pone condiciones:
“Más poesía que política”)
Lo ideal hubiera sido la entrada de Alberti en el periódico gritando: “Venid los que nunca fuisteis a Granada. Hay sangre caída, sangre que me llama. Nunca entré en Granada. Sangre del mejor hermano… del mejor amigo”.
-¿Quién ladra? Rafael. Piense que estamos en Sevilla, aunque lejos de la calle Rafael González Abreu.
-Queipo de Llano es quien ladra, quien muge, quien gargajea, quien rebuzna a cuatro patas…
Hace pocos días Mercedes de Pablos daba  cuenta en facebook de que Antonio Ramos le había enviado una fotografía en la que aparecían Rafael Alberti y varios periodistas. Entre ellos Ramos, muy joven, y ella, que era becaria. Todos están de pie. Pero yo tuve ocasión de conversar sentado con el poeta, porque él ya prefería la comodidad. En la foto que se incluye en este comentario Rafael Alberti ocupa el sillón que normalmente usaba el director. “Yo creo, dice, que los poetas no mueren sentados. Los poetas que se sientan ya están muriendo. Todos los de mi generación que se han sentado, todos se están muriendo."
El tercer hombre del retrato es Pepe Álvarez, jerezano, con gafas y con pelo. Era premio nacional fin de carrera. Estudió en la Universidad de Navarra, con los del Opus. Alberti, con los jesuitas del Puerto. No consiguió aprobar el cuarto de bachillerato.
Después el poeta, como si fuera Queipo de Llano, añade: “Estaré en Madrid mañana. Que los colegios se cierren, que las tabernas se abran. Nada de Universidades, de Institutos, nada de nada. Que el vino corra al encuentro de un libertador de España”.
Amparo Rubiales dejó públicamente el PC el 21 de enero de 1982. Era vicepresidenta de la Diputación Provincial de Sevilla. Su padre, don Fernando Rubiales, ocupaba la presidencia de la Sala de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Territorial.  Cuatro años después,  Alberti ante un magnetófono charló durante cinco horas con Julio Anguita en el Puerto de Santamaría. Lo que hablaron se convirtió en un libro, porque el ex alcalde de Córdoba aspiraba a la presidencia de la Junta de Andalucía.
Los poetas también se pueden morir conversando.