El que fue rector de la
Universidad de Sevilla, Julio Pérez Silva, tenía once años cuando
quisieron matar a su padre en 1936. Era encargado de obras en
carreteras. Los de un bando le persiguieron a muerte para que les
entregara una gran cantidad de explosivos destinados a las obras de un
túnel. Logró salvarse. A la semana siguiente, los del otro bando
quisieron quitarle la vida porque deseaban lo mismo. Esto le sirvió de
lección al profesor Pérez Silva para no interesarse por la política.
-¿Para qué sirven los amigos?
-Para abusar de ellos. Por eso no me importa sacrificarme por los demás.
No parece el mismo
El ex presidente Felipe González ya no es el animal político que en la clandestinidad tenía que borrar sus huellas delante de su escondite. Sin necesidad de asomarse a sus espacios más intimistas se aprecia que ahora pesa más sobre la tierra: ha engordado.
Sus kilos de más no impiden que recordemos que le tocó dirigir un país que intentaba recuperar la autoestima y recobrar lo que pudo perder de dignidad durante la dictadura.
Oyéndole hablar sobre los casos de acoso a políticos del PP se aprecia que se ha mostrado demasiado cauteloso.
Recuerdo lo que escribió Felipe, siendo muy joven, en sus “Cartas desde Lovaina”: “La primera condición del ser revolucionario es respetar a los demás”.
-¿Para qué sirven los amigos?
-Para abusar de ellos. Por eso no me importa sacrificarme por los demás.
No parece el mismo
El ex presidente Felipe González ya no es el animal político que en la clandestinidad tenía que borrar sus huellas delante de su escondite. Sin necesidad de asomarse a sus espacios más intimistas se aprecia que ahora pesa más sobre la tierra: ha engordado.
Sus kilos de más no impiden que recordemos que le tocó dirigir un país que intentaba recuperar la autoestima y recobrar lo que pudo perder de dignidad durante la dictadura.
Oyéndole hablar sobre los casos de acoso a políticos del PP se aprecia que se ha mostrado demasiado cauteloso.
Recuerdo lo que escribió Felipe, siendo muy joven, en sus “Cartas desde Lovaina”: “La primera condición del ser revolucionario es respetar a los demás”.
El Jefe del Estado nombraba a los obispos
El
cardenal Bueno Monreal, cuando era un crío de doce años y estudiaba en
el Seminario de Madrid, iba de paseo, con los demás compañeros en
comunidad, los jueves y domingos a la casa de Campo, que era el parque
de los Reyes. Allí vio con frecuencia a Alfonso XIII y a la reina, que preguntaban a los seminaristas por la marcha de sus estudios y por sus
familias. En aquellos jardines vio jugar al que sería conde de
Barcelona y a sus hermanos y hermanas. Siendo cardenal de Sevilla y el
príncipe Juan Carlos, rey de España, le pidió que renunciase al
privilegio concordatario que tenía como Jefe de Estado de nombrar
prácticamente a los obispos. Al poco tiempo renunció y la Iglesia se
liberó de esa servidumbre.
Republicanos, no hagáis ruido. El rey duerme.
Mártires inventados
Altos
cargos del Ministerio de Información y Turismo encargaron al periodista
Carlos Luís Álvarez, también conocido como “Cándido", que escribiera en
300 folios 20 biografías de religiosos asesinados durante la Guerra
Civil. Debería redactarlas en un mes. Él no figuraría como autor de la
obra sino fray Justo Pérez de Urbel, miembro de la Orden Benedictina,
historiador y capellán de la Sección Femenina de la Falange. Como al
periodista no le dio tiempo a investigar, recurrió a su fantasía y se
inventó parte del libro. Cobró por su trabajo 25.000 pesetas y el
fraile, que no leyó el original, 200.000. (Esto lo contó “Cándido”
cuando presentó sus “Memorias prohibidas”, que tienen la sombra blanca
de la verdad. El libro se titula ”Los mártires de la Iglesia, testigos
de su fe".