domingo, 10 de marzo de 2013

Dale a Dios mis señas

Aquel año de 1972 Rocío Martín ganó el certaman de “Miss  España”, Y en Granada falleció un vecino de Carrión de los Céspedes que fue el último verdugo titular de la Audiencia Territorial de Sevilla. Se llamaba  Bernardo Sánchez Bascuñana. Había ejercido su oficio en diecisiete ocasiones. Entonces la Audiencia Territorial tenía su sede en la plaza de San Francisco y muy cerca se encontraba la Asociación de la Prensa de Sevilla. La Audiencia se trasladó al Prado de San Sebastián y la Asociación  se encuentra ahora  en la calle Torneo. Las dos entidades ya no son vecinas.  Pero el Barómetro de Opinión del Centro de Investigaciones  Sociológicas las ha  acercado.Periodistas y jueces viven ahora en una estación de servicio, abandonada,  con seres  en peligro y seres peligrosos, porque son los profesionales peor considerados.
Aquel año de 1972   Manolo Lorente dirigía la revista gráfica “Sevillismo”.
-He pensado en ti para que entrevistes a “Miss España 1972”. Nos espera esta tarde en el Sánchez Pizjuán, me dijo.
-¿Por qué allí?, le pregunté.
-Porque es la novia de un jugador sevillista, que ahora está cedido al Tarrasa.

Rocío Martín vestía para la ocasión camiseta blanca con el número seis a la espalda, pantalón de chándal y botas deportivas. Hacía buena tarde y posó en el estadio para el fotógrafo Infantes, con un balón de reglamento. Recuerdo que le pregunté si a ella le iría bien jugar en la delantera. “Sin duda alguna. Creo que lo haría bien” respondió.
Por la mañana  de aquel día Manolo Lorente había estado en el Ayuntamiento con Fausto Botello y otros compañeros para cubrir la información del pleno municipal.
Al salir de la Casa Consistorial comentó Fausto que estaba escribiendo “Elegías de Oromana”. Como en aquel tiempo el Sevilla entrenaba en los pinares de Oromana creíamos que se trataba de un libro sobre fútbol. Fausto sonrió.
Al año siguiente vio la luz el libro. Nada de goles. Era todo poesía. Para muestra esta oración:
“Cuando quedes a solas con tu alma
Háblale a Dios de mí, dale mis señas.
Es un muchacho triste, dile,  que tiene
Nubes y golondrinas en su pecho.
Que se muere de amor todas las tardes
Deshojando poemas a la ausencia”.