viernes, 1 de febrero de 2013

Tan fina como la arena de la playa

¿Para qué tanto sobre, tanto Barcenas, tanta hipocresía de Rajoy, Rato, Cospedal… si al final todo se reduce a dos kilos y medio de ceniza?
-¿Cómo transcurren los primeros momentos?, dije a don Francisco Infiesta.
-¿A qué se refiere?, preguntó el entonces Jefe de los Servicios del Cementerio de Sevilla.
-A la incineración.
-Hay una llamarada grande que, en treinta minutos, acaba con el ochenta por ciento del cadáver, es decir, con la carne y el líquido.
-¿Y los huesos?
-Bajan a una segunda fase y son incinerados durante más de una hora.
-Suponga que el difunto está metido en un lujoso ataúd y lleva puestos zapatos de última moda, uniforme… ¿Todo esto forma parte de la ceniza final?
-No, porque el horno, mientras incinera, tiene una corriente de aire que absorbe todo lo que se volatiliza y lo deposita aparte.  

-¿Cuándo entregan las cenizas a la familia?
-Después de pasar sobre ellas un imán por si el cuerpo incinerado tuviese algún trozo de metal, dientes de oro, anillos, hierro en alguna pieza ortopédica…Esto se pasa por una especie de molturador y se deja convertido en ceniza tan fina como la arena de la playa.
-¿Todos los cadáveres reciben el mismo tratamiento durante la incineración?
-Depende.
-¿Qué se tiene en cuenta?
-La edad del muerto.
-¿Se resisten al fuego los más jóvenes?
-¿Para qué entrar en estas precisiones?
-Tiene usted razón.
-Gracias.
-¿Cuánto pesan las cenizas de un cuerpo normal?
-Dos kilos y medio.
-¿A qué temperatura trabaja el horno crematorio?
-A 800 grados centígrados, producidos por tres cremadores, cuyas llamas rodean al féretro como una aureola.
(No le dije al señor Infiesta: ¡Cualquiera pone la mano en el fuego!)