domingo, 17 de febrero de 2013

Los del santo Escrivá de Balaguer

El Opus Dei, tan apoyado por Juan Pablo II y Benedicto XVI, está en vilo, afirma El País, porque sus numerosos miembros no saben cómo se portará con ellos el futuro Papa.
No sé si los mandará adonde se merecen, en compañía de los “kilos” y de los “Legionarios de Cristo Rey”, muy amados por el cardenal Rouco Varela, o seguirán en su poderosa dicha.
-¿Que  futuro prevé al Opus Dei, pregunté en sus tiempos florecientes, a un doctor en Teología Bíblica por la Universidad Gregoriana de Roma?
Este sacerdote, que se llamaba José María González Ruiz, contestó:
-Tendrá una supervivencia, porque es una organización fuerte, pero aquel entusiasmo casi milenarista de los primeros socios no se cumplirá. Quedará reducido a una cosa totalmente cotidiana.
-¿Seguirá siendo una organización unida? 
-Puede haber una división, como ha habido en la historia de todas las congregaciones religiosas. Habrá calzados y descalzos. El fenómeno de la “descalcez”, metafóricamente hablando, es típico de las grandes congregaciones y puede darse en el  Opus Dei.

Don José María González Ruiz era sobrino del Beato Manuel González García, que fue obispo de Málaga.
-¿Conoció al fundador del Opus Dei?
-Lo conocí siendo él joven, porque iba todos los sábados a confesarse con mi tío, don Manuel González, que era su director espiritual. Pero después tardé  mucho en identificarlo como fundador del Opus Dei.
-¿Tan mal fisonomista es usted?
-Es que este señor en aquella época solamente era don Josemaría Escriva. Es decir, su apellido no tenía acento como ahora. Era un sacerdote joven, alto y bien vestido. Tardé años en identificarlo con Josemaría Escrivá de Balaguer y Albas.
-¿Cuál fue la intención de este hombre?
-En 1928, cuando fundó la obra, intentó reunir a los católicos, sobre todo  a los estudiantes, para ofrecer una alternativa  laica, pero confesional. Si no hubiera ocurrido la circunstancia de la guerra civil aquello hubiera quedado en una de tantas cosas.