¡Cuánto hubiera
aprendido el ministro Wert de un sencillo maestro de primera enseñanza
que se jubiló en el Colegio Padre Manjón de Sevilla!
Se llamaba don Arturo Caraballo. Nunca quiso que sus alumnos fuesen victimas de las veleidades de la política. Así que la enseñanza que impartía era apta para cualquier régimen.
Él, como docente, conoció dos dictaduras y un poco de democracia.
Durante la dictadura del general Primo de Rivera estaba prohibido hablar en contra del régimen. La formación política no era obligatoria, pero sí se enseñaba a los alumnos a acatar el poder constituido sea cual fuere.
En tiempos de la República todo siguió igual. Ordenaron retirar el crucifico de las escuelas, pero él no lo quitó.
Se llamaba don Arturo Caraballo. Nunca quiso que sus alumnos fuesen victimas de las veleidades de la política. Así que la enseñanza que impartía era apta para cualquier régimen.
Él, como docente, conoció dos dictaduras y un poco de democracia.
Durante la dictadura del general Primo de Rivera estaba prohibido hablar en contra del régimen. La formación política no era obligatoria, pero sí se enseñaba a los alumnos a acatar el poder constituido sea cual fuere.
En tiempos de la República todo siguió igual. Ordenaron retirar el crucifico de las escuelas, pero él no lo quitó.
En
la larga dictadura del general Franco se intensificó mucho la formación
política y religiosa y una de las funciones de los maestros era
convertir a los niños en adictos al Movimiento.
Cuando miraba hacia
atrás, don Arturo Caraballo se entristecía porque se daba cuenta de
que en la escuela no se había impartido bien la cultura que el pueblo
necesita.
-¿Qué pensaban los padres y las autoridades?
-Que el colegio puede dar al niño todas las perfecciones posibles.
-¿Cuál es entonces la misión de la escuela?
-Aunque grandiosa y sublime es más restringida.
-¿A qué se debe limitar?
-A formar al niño para la convivencia.
Con
el cigarro en la mano explicaba a los alumnos los inconvenientes de
fumar y la esclavitud a que da lugar. Les contaba que muchas veces se
había salido de una conferencia importante o de una función religiosa,
porque no podía aguantar sin fumar. “Si volviera a vuestra edad no
fumaría el primer cigarrillo” les decía.
-¿Conseguía algo de ellos? –Exprensándome con esta sinceridad, lograba mucho.