sábado, 5 de enero de 2013

Tiene 22 horas de inteligente y 2 para comprar

José Antonio Garmendia cuando tenía treinta y ocho años, era licenciado en Ciencias Químicas, gerente de un negocio de maderas, decorador. Escribía como los ángeles, aunque a veces le rompían las alas. Dibuja y pinta.
-¿Cómo empezarías una carta a Goya?
-Querido colega.
-¿Te has adelantado alguna vez a tu tiempo?
-Esta tarde. Estábamos citados a las seis y he llegado a las seis menos diez.
-¿De qué vives?
-De milagro.
-¿De qué te gustaría morir?
-De vergüenza.
-¿Te drogas?
-Sí, veo la tele todos los días.
-¿Hay anticonceptivos en tu casa?
-Sí. Las aspirinas que tomo al final de los bautizos de mis hijos.

-¿Cuántas horas de inteligente tienes al día?
-Veintidós. Las dos restantes las dedico a comprar cosas.
-¿Qué escribirías en el casco de un albañil?
-No tocar, peligro de huelga.
-¿En el solideo del Papa?
-Cerrado por reforma.
-¿Sabes qué es la conciencia?
-Sí, una señora afónica, porque su voz no la oye casi nadie.
-¿En qué no ha progresado el hombre?
-En el olor. Sigue oliendo a mono por muy temprano que se levante.
-¿Cómo decorarías la casa de un adversario?
-A gusto de su mujer. Y, con eso, va apañado.