jueves, 31 de enero de 2013

Salió de la política con los bolsillos vacíos

En 1977 los senadores españoles ganaban 40.000 pesetas mensuales. Algunos de ellos dormían en Madrid en el piso de un compañero sobre colchonetas en el suelo. Fue el caso de Javier Yuste, de Pontevedra, Guillermo Alonso del Real, de Cádiz, Joaquín Martínez Bjorman, de Córdoba y  Francisco García de la Borbolla y Candilejo, de Sevilla. En septiembre de aquel año García de la Borbolla recibió en las Cortes una llamada telefónica de su mujer: “Mañana termina el plazo de matrícula de los niños para el colegio y no tengo dinero.” “Lo lamento. Yo tampoco lo tengo. Llévalos a un colegio nacional”, contestó el senador.
-¿Cómo entró usted en la política?
-Por casualidad. El entonces consejero de Política Territorial, Jaime Montaner, me vio en el Bar Abilio, que está en el parque, y me dijo: “Paco, hazme un favor. Vete pasado mañana a Madrid a una reunión del Ministerio de Transportes para discutir las transferencias”. Yo le contesté: “Jaime, de esto no tengo ni idea”. El volvió a insistir. “Tú te vas, porque no encuentro a otro”.
Cuando García de la Borbolla regresó de Madrid, donde no se habían percatado de sus escasos conocimientos en la materia, fue nombrado director general de Transportes en la Junta de Andalucía. Los dos primeros transportistas a los que recibió en audiencia se tuvieron que sentar en unas cajas de cartón, porque le dieron por despacho oficial una habitación sin mesa, sin máquina de escribir y sin sillas.

-¿Qué tarea le encomendó su partido cuando era usted senador?
-La de convencer a los viejos militantes de que votaran afirmativamente el artículo que dice que España es una monarquía. Le hablo de cuando en las Cortes constituyentes discutíamos el texto de la Constitución.
-¿Cuántos eran?
-Cuarenta y ocho senadores socialistas, de los que veinte se negaban, porque decían que ellos habían luchado por la República. Al final, votaron afirmativamente, pero lloraban como niños.
-¿Salió de la política con los bolsillos vacíos?
-Me he llevado seis meses jugando yo solo al ajedrez en mi despacho de abogado, porque no tenía ni un cliente. Yo sé lo que es el paro y además sin cobrarlo.
-¿En qué pensaba después de cada partida?
-Tuve un profesor en el Colegio Alfonso X el Sabio, Antonio Martínez de la Torre, que nos decía en los años cuarenta:”Estamos viviendo una España muy triste. Hay muchos cojos y muchas mujeres de luto, por culpa de la guerra. Pero lo importante en esta vida es pensar en la libertad por encima incluso del hambre”.
-¿Fue buen estudiante?
-Muy malo. Quité a mi padre un sello de caucho con su firma  y cuando me daban las notas, yo no se las enseñaba, estampaba el sello y las entregaba en el colegio. Esto lo estuve haciendo durante varios años.
-¿Y qué hacía cuando aprobaba?
-Cuando aprobé la reválida, llegué a casa muy contento. Enseñé las notas a mi padre y me regaló, como premio, un reloj de oro y me dijo muy seriamente: “Y ahora, devuélveme el sello”.