domingo, 2 de diciembre de 2012

Aquel lejano triunfo del Partido Socialista

Hasta el día de hoy Felipe González ha sufrido dos detenciones. La primera en Madrid, en 1971, cuando salía de una casa de la calle Gonzalo de Córdoba, donde había celebrado una reunión clandestina con varios compañeros de partido. Dice Múgica que se comió un papel comprometedor que llevaba. 
La segunda, en Sevilla, en 1974. Aquí se bebió uno de los dos cafés con leche que trajo Antonio Gómez, un compañero del diario “Pueblo”. Horas antes había mantenido con el policía de turno la lógica conversación de estas ocasiones. Parte del diálogo transcurrió así: -¿Dónde estuvo usted a finales de...? -En Portugal, almorzando con Mario Soares. -¿Con quien se vio el día…? -Con Willy Brandt, en Boon. -¿A quiénes ha visto en el mes de…? -A Olof Palme y a Pietro Nenni. -¿Para qué fue a Paris recientemente? -Para ver a Mitterand. 
El policía que le tomaba declaración dijo espontáneamente a otro funcionario presente en el interrogatorio: -Creo que dentro de poco vamos a tener que pedir trabajo a este hombre. (El otro café me lo bebí yo, con azúcar. La ocasión era como para pedir sacarina). Hace treinta años que Felipe González tomó posesión como presidente del Gobierno.
Antes de que llegara a la Moncloa tuve ocasión de preguntarle:
-¿A qué se reduce el socialismo?
 -A cosas muy simples, muy humanas y muy profundas. Trata de dar felicidad a los hombres y la felicidad, se consigue a base de mayor libertad, mayor igualdad y mayor solidaridad entre las personas. 
-¿Repercuten en la sociedad las discusiones internas de un partido?
 -Sí, porque da la impresión de que el partido está utilizando los problemas de la sociedad para consumo interno. Un partido debe estar al servicio de la sociedad y no al revés. 
-¿Qué resulta más fácil, dejar de ser socialista o dejar de ser honrado?
 -Se puede ser honrado sin ser socialista, pero no se puede ser socialista sin ser honrado. 
-¿De quién lo aprendiste?
 -De los viejos luchadores del socialismo. Por eso descalifico a los que se montan en el socialismo para conseguir poder o acumular lo que sea.
 -¿Cómo es tu relación con el Rey? ¿Le dices majestad?
 -Mi relación con el Jefe del Estado es siempre bastante directa, bastante cordial y bastante humana, y no ha conllevado un tratamiento demasiado protocolario. Yo siempre le he hablado de usted o le he dicho señor o algo similar que nunca ha sido majestad.