miércoles, 21 de noviembre de 2012

Premio Nacional de TV 2012 del Ministerio de Educación

Jesús Hermida llevaba seis años de corresponsal de Televisión Española en Nueva York, cuando vino a España para presentar su libro “El pueblo contra Richard Nixon”. Hacía pocos meses que el protagonista de la obra  había dejado para siempre  la Casa Blanca por el escándalo Watergate.
─¿De qué comentario suyo, emitido por TVE se arrepiente?
-Uno sobre Nixon. Aposté que acabaría sus días en la Casa Blanca como presidente. Estoy profundamente arrepentido de este comentario. Arrepentido bien, no mal, porque lo hice a conciencia, guiado por mi sentido de la justicia, para equilibrar lo mucho que le criticaban
─¿Fue, por su parte, caridad periodística?
─Más bien un intento baldío de objetividad.
─¿A qué distancia ha estado de Nixon?
─Como usted y como yo ahora. Además, hemos estado hablando en tres o en cuatro ocasiones.
-¿Le recordaba de otras ocasiones la última vez que charló con él?
─No, no, en absoluto; pero me dio la impresión de ser un hombre muy cordial, aunque no tenía un gran carisma. Uno no miraba a Nixon como miraba a Kennedy.

─¿Le ha enviado su libro?
─No se me había ocurrido. Se lo enviaré, pero no creo que le guste. El libro no es anti-Nixon, porque Nixon pasó. Es un canto a la democracia norteamericana.
─¿Intervino usted en alguna rueda de prensa en la Casa Blanca?
-A los corresponsales extranjeros no nos está permitido hacer preguntas.
─¿Les ignoran?
─Al principio nos ignoraban de la manera más absoluta tanto Nixon como Kissinger. Después nos buscaban y te invitaban por si querías acompañar a Nixon a algún viaje.
─¿Cómo ve, desde Nueva York, los periódicos españoles?
─Hace años traían más noticias del extranjero que de España, como si interesara más saber lo que ocurría en Sebastopol que lo que sucedía en Murcia.
─¿Qué se le ha norteamericanizado más, el estómago, la cabeza o el corazón?
─La cabeza.
─¿Lavado cerebral?
─Todo consiste en que hay unas reglas de juego que al principio te chocan, pero luego las aceptas y ves que te van muy bien.
─¿Cómo influye el sistema USA debajo de su tupé?
─En el orden puramente mental creo que me ha influido y me ha interesado mucho el sentido profundo de la autocrítica de los norteamericanos. Desde que estoy en Norteamérica me dejo criticar con mucha facilidad, siempre que me dejen criticar a mí también.
─¿Se refleja esto en la rutina de cada día?
─Sí. Llegas puntual a los sitios, lees un libro a la semana porque el sistema te lo impone, oyes el disco de moda por la misma razón, asistes al teatro cada siete días, ves a tus hijos todas las tardes, los llevas al cine los sábados y los domingos sales a patinar o a lo que sea con ellos...
─¿Cuántos minutos diarios aparece en televisión?
─Una media de tres minutos, que me suponen unas seis horas de trabajo.
─¿Incluido el tiempo que emplea en cuidar su gesto?
─No cuido el gesto. Es una cosa instintiva. Lo que cuido son las tres últimas líneas de cada crónica.
─¿Estira mucho el día?
─Todos los días tengo un rato de cháchara o de tertulia político-internacional en la ONU. También empleo mucho tiempo en las calles con el coche andando hasta llegar a casa, y, después, hijos, libros, discos, y, naturalmente, mujer y perros.
─¿Cuántos tiene?
─Dos perros.
─¿Le hacían falta?
─No... Uno de los perros me lo llevé de España, porque no quise dejar aquí parte de la familia.
─¿Ha ligado ya?
─Le he comprado un marido mejicano.
─¿Cuentan con más éxito los perros españoles que los hombres?
─Allí tienen más éxito los españoles que los animales. Lo que ocurre es que allí se ama más a los perros que en España, porque la gente está más sola y entonces el perro forma parte de su vida.
(Enhorabuena al compañero por el premio que le ha concedido el Ministerio de Educación a través de un jurado que lo despachó por unanimidad.)