miércoles, 7 de noviembre de 2012

La federación ha hecho la grandeza de Suiza

Eran tiempos en los que solamente no se desconfiaban de las cabezas con tricornios.  Al escritor Xavier Benguerel su esposa, Rosa Godó, le regaló un sombrero. Lo estrenó para ir en avión desde Barcelona a Bilbao. Aquel día se sentía un personaje y de pronto,  al pasar por la aduana del aeropuerto, se notó humillado porque alguien (un policía) le tocó en el ala del sombrero. “Yo no llevo ningún pájaro escondido” dijo en castellano al desconocido.
-¿Estaría interesado el funcionario en ver sus ideas?
-Si me hubiera dicho que me quitara el sombrero yo lo hubiera hecho respetuosamente. En cuanto a mis ideas es largo de contar.
-¿A qué se reducen?
-Creo que seremos libres porque aspiramos a la libertad y seremos solidarios los unos con los otros porque aspiramos a la ciudad ideal, a la nueva Jerusalén.
-Esto que me cuenta es fantástico, pero ¿qué es usted?
-Yo soy  por naturaleza y por tradición de mi abuelo, republicano. Además soy federalista porque mi abuelo era suizo y siempre me habló de que la federación había hecho la grandeza de Suiza. Yo sentía que la federación es lo que puede unir a los hombres.

-¿Qué se preguntaba usted en aquel tiempo?
-Qué pecado había cometido mi idioma para tenerlo de rodillas tantos años. Le hablo de cuando uno no podía hacerse tarjetas de visita en catalán si antes no se pedía permiso a la autoridad. Me preguntaba  por qué se persiguió a una lengua que es una cosa viva, una obra de Dios.
-Usted se tuvo que ir de España.
-Me exilié a Francia, después a Buenos Aires y finalmente a Santiago de Chile. Mis 18 años de exilio han sido una experiencia extraordinaria. La gente cuando está en su país no entiende bien el sentido de la palabra exilio.
-¿A qué se refiere?
-A que yo he sido un hombre de mi calle, de mi casa, de mi despacho, de mi mesa, de mi pluma y de unos cuantos árboles que me esperan en mi paseo diario.
-Parece esto muy lírico.
-Sí, pero es verdad. Me acostumbré mucho a mi soledad. Entiendo perfectamente el lenguaje de los árboles, de los pájaros, del mar; en ellos no hay rencor.
-¿Me está hablando de cuando regresó del exilio?
-Y de antes. Yo volví a España en 1954.
-¿Sin miedo?
-En los hombres anida muchas veces el rencor. El rencor de los hombres, desde 1936, me da mucho miedo.
-¿Volvería la cabeza si alguien por la calle dijera Javier?
-Si estuviera en mi país no, porque en Cataluña no existe Javier, sino Xavier. Pero sí  volvería la cabeza si hubiera escuchado la voz en Sevilla.
-¿Qué le ha dicho su esposa cuando la dejó en Barcelona?
-“Cuídate mucho”. Tengo ya 69 años.
(Barcelona cuenta con una biblioteca que lleva el nombre de Xavier Benguerel. Él falleció cinco días antes de la Noche Buena de 1990).