domingo, 21 de octubre de 2012

Por menos se cesaba antes a un ministro de Educación

El 22 de diciembre del año pasado el premio gordo de la lotería nacional tocó a vecinos de Grañén (Huesca) y ese mismo día José Ignacio Wert fue agraciado con un Ministerio que está dotado con una cuantiosa suma de Educación, Cultura y Deporte.
La localidad de Grañen es de origen romano y en el siglo XII comenzó a depender directamente del rey Pedro I de Aragón.
El ministro Wert no está bajo el dominio de realeza alguna, aunque el rey de España expuso al que gobierna la nación su descontento por la frase que pronunció el citado ministro en el Congreso de los Diputados: “Hay que españolizar a los alumnos catalanes”. El autor de la ocurrencia no ve nada reprobable en usar el verbo españolizar. Cada cual piensa  como quiere. Su compañera de partido Esperanza Aguirre,  cuando los responsables de Endesa decidieron en 2003 trasladar a  Cataluña  la sede social que estaba en la capital de España,  manifestó que era una mala noticia para la Comunidad de Madrid que una empresa española tan importante se ubicara fuera del territorio español. Aguirre o cometió un error involuntario o le traicionó el subconsciente, detalle este último que hubiera producido gozo a Mas de uno.

El apellido de José Ignacio Wert es de origen alemán y significa valioso. Demostró su valía en los partidos en los que militó: Izquierda Democrática, Unión de Centro Democrático, Partido Demócrata Popular y ahora en el PP… En su cuenta de twiter resume con modestia su vida: “Estudié Derecho y Política. Presidí Demoscopia. Hasta hace poco me dedicaba a la consultoría y a opinar. Ahora soy ministro de Educación, Cultura y Deporte.”
Cuarenta días después de su nombramiento  el ministro enseñó sus cartas. Sota: Tres años de  Educación Secundaria Obligatoria en vez de cuatro. Caballo: Tres años de bachillerato en vez de dos. Y rey: Para qué seguir…
Wert se había encargado de provocar el fuego con lo de españolear y para que no se apagara le echó más leña asegurando que las huelgas estudiantiles que apoyaban los padres estaban inspiradas por la izquierda radical. Por este motivo y por otros se pide a voces su dimisión. Por menos fue cesado  el ministro que formó parte del primer gobierno nacional de España en 1939: Pedro Saiz Rodríguez. Era soltero, que es un dato a tener en cuenta. Madrileño. Hijo de médico. A los 23 años consiguió la cátedra de Lengua y Literatura Españolas de la Universidad de Oviedo. Allí conoció e hizo amistad con Franco, que era cinco años mayor que él.  Como ministro comenzó a depurar  sin piedad el sistema republicano de enseñanza en la Universidad, en la secundaria y en la primaria. Esta tarea de purga era del agrado del dictador. Ya se había instalado en España el hambre, cuando un día Carmen Polo vio desde el coche que la llevaba hacia Vitoria el automóvil oficial del ministro de Educación aparcado ante una casa cerca de la carretera. Era la hora de yantar. Cuenta Melero Arribas que ella se lo contó a su marido y le dijo que la llevara a comer allí, porque tendría que ser un buen restaurante cuando iba el ministro de Educación, reconocido gourmet. Franco, antes de complacer a su esposa, se dispuso a averiguar la clase de restaurante. Resultó que donde  el ministro había aparcado el coche, no se comía. Aquello era un burdel. Lo que molestó al dictador,  y por eso lo cesó, fue que usara el  automóvil oficial.
“Si te parece, no iba a ir andando” comentó  el ya ex ministro cuando supo el motivo de su cese.