lunes, 24 de septiembre de 2012

Ningún accidente erótico en su vida

El pastor protestante Gabino Fernández Campo conoce mejor las Vírgenes de Murillo que las que pintó Rafael.
-¿Dónde le bautizaron por vez primera?
-En Villanueva de los Infantes, un pueblo de Ciudad Real, donde yo nací y murió Quevedo.
-¿Sabe el nombre del sacerdote que le administró el sacramento?
-No. Pero sí recuerdo el nombre del pastor evangélico que me bautizo en Valdepeñas, por inmersión y siendo adulto, siguiendo el modelo bíblico del propio Jesús y de los creyentes primitivos:
-¿Qué edad tenía usted?
-Yo había cumplido veinte años. La que hoy es mi esposa también se bautizó el mismo día.
-¿Se declaró a ella con un versículo de la Biblia?
- Sólo le dije: me gustas más que el arroz con leche”
-¿Conoce la cocina andaluza?
-No me fijo en la comida. El recuerdo que conservo de las casas que visito y almuerzo o ceno, si me invitan, es el de sus bibliotecas por modestas que sean.
-¿Ha tenido algún accidente erótico durante sus muchos viajes?
-Constituiría una descalificación total para ejercer mi ministerio. Es algo inconcebible. Sería como pensar que alguien procedente de Marte aterriza en la Tierra.

-Veo algo extraño en el dedo corazón de su mano derecha.
-Es sólo un callo de tanto escribir. Pero con  trece años tenía más callos que ahora porque vendimiaba, recogía aceitunas y sembraba patatas y garbanzos.
-Su nombre y apellidos pueden confundir a más de uno.
-Una señora me saludó diciendo “general, no sabe cuánto me alegra conocerle. He venido para escuchar su conferencia.”
-¿Cómo salió del paso?
-Le dije: “Perdone, señora, yo solamente llegué a soldado. Me llamo Gabino, no Sabino. No me imagino a ese señor desplazándose a Sevilla para hablar sobre la Inquisición”.
(Se refería al general Sabino Fernández Campos que fue Jefe de la Casa del Rey).
El pastor protestante desconocía lo que cuento a continuación:
“Atención: Ofrezco gratuitamente un precioso Evangelio de San Juan.
Escriba al Apartado 695”
Este anuncio apareció varias veces en un periódico de Sevilla durante el mes de octubre de 1972. Cuando lo leyó la persona encargada de subrayar con lápiz rojo las noticias que inspirasen sospecha o atentasen contra el Estado, se lo comunicó al jefe del departamento.
-¿Qué se sabe de esto? preguntó. Y sin esperar respuesta dijo: Quiero un informe sobre este asunto de San Juan.
Al día siguiente, a la hora del desayuno, el del lápiz rojo entregó a su superior un folio  con unas breves líneas que había conseguido gracias a un amigo suyo que era sacerdote: “San Juan escribió el Evangelio sólo para gente que conociese bien la cultura judía y el pensamiento griego. Y no para lo que pretendían averiguar lo divino a través de la intuición”.
“Esto es una leche” dijo el jefe. Arrugó el folio y lo tiró a la papelera. Cuando recobró la serenidad se dirigió a sus colaboradores en tono conciliador:
-Quizá me expresé mal ayer. Lo único que quiero es saber el nombre de la persona que aparenta ser tan generoso, su edad, profesión si la tiene y donde se puede encontrar en estos momentos.
A los treinta minutos conocían ya la identidad del anunciante:
El apartado de Correos 695 correspondía a don Alfredo M. Girona , nacido en Elda (Alicante) el 18 de noviembre de 1938, casado, pastor evangélico, domiciliado en Sevilla, calle Beatriz de Suabia número 49 y también en el número 4.