Fin de semana en Fuenteheridos. Cuarenta acuarelistas de Sevilla y Huelva pintan en el pueblo. Me acerco a uno de los mirones.
-¿Es usted de aquí?
-Como si lo fuera.
-Pensaba preguntarle por cosas de esta villa.
-Como quiera. Yo nací en Riotinto, un pueblo que no es bonito porque los ingleses hicieron todas las casas iguales. Y cuando yo tenía tres años me trajeron aquí porque a mi padre lo destinaron a este pueblo como Secretario del Ayuntamiento. Me siento un papero más. Así llaman a los de esta villa.
-Usted será agricultor.
-Soy abogado y durante muchos años ejercí la docencia en Sevilla.
-Estamos hablando y no sabemos ni cómo nos llamamos.
-Yo soy Carlos Ojeda. Y me gustaría decirle que es un espectáculo ver aquí tantos artistas pintando por todos los rincones de este pueblo tan pequeño. Esto es arte, esto es lo que hay que traerles a los niños y jóvenes del pueblo.
-¿Es usted de aquí?
-Como si lo fuera.
-Pensaba preguntarle por cosas de esta villa.
-Como quiera. Yo nací en Riotinto, un pueblo que no es bonito porque los ingleses hicieron todas las casas iguales. Y cuando yo tenía tres años me trajeron aquí porque a mi padre lo destinaron a este pueblo como Secretario del Ayuntamiento. Me siento un papero más. Así llaman a los de esta villa.
-Usted será agricultor.
-Soy abogado y durante muchos años ejercí la docencia en Sevilla.
-Estamos hablando y no sabemos ni cómo nos llamamos.
-Yo soy Carlos Ojeda. Y me gustaría decirle que es un espectáculo ver aquí tantos artistas pintando por todos los rincones de este pueblo tan pequeño. Esto es arte, esto es lo que hay que traerles a los niños y jóvenes del pueblo.
-¿Pasó usted la juventud aquí?
-Sí. Fueron
unos años muy felices, Formábamos un grupo extraordinario de amigos y
amigas. Ya sabe, bailes, reuniones, fiestas, tertulias y excursiones a
la rivera de La Nava, a la Peña o cualquier otro sitio.
-Un tiempo para no seguir cumpliendo más años.
-Había
ocasiones en que sentía ganas de ser mayor. Me refiero a que cuando
televisaban, en blanco y negro por supuesto, un partido de fútbol o una
corrida de toros a los menores de 18 años no nos dejaban entrar en el
Casino de Sociedad, donde estaba la única televisión que había en el
pueblo.
-Le veo disfrutar mirando los cuadros.
-Es verdad,
pero, sin quitar mérito a las pinturas, disfruto más escuchando música.
Yo tengo un programa semanal de música clásica en Radio Sierra de
Aracena.
-¿Es un espacio musical sólo para esta comarca?
-Se oye
hasta en Miami. Hace poco recibí un mensaje de un joven español que
trabaja allí. Decía que era un oyente fiel de mi programa “Clásicos
para la Sierra”.Me emocioné.
-Siento curiosidad por saber qué instrumento musical le gusta más.
-Me
gustan todos, pero mi preferido es el violonchelo. Su sonido me saca de
quicios. Es el que más se parece a la voz humana. Permítame que le
pregunte si es usted pintor.
-Pintor consorte.
-Entonces conocerá
a un magnifico pintor abstracto que ha venido a Fuenteheridos
pertrechado con todo su equipo de acuarelista, pero que hasta ahora no
ha dado ni un brochazo. El tío se ha dedicado a charlar con la gente
del pueblo. ¿Sabe a quién me refiero?
-No lo sé. Debe ser interesante lo que le cuentan los de aquí cuando ha dejado los pinceles.
A
través de Carlos Ojeda conocí a un Hijo Predilecto de Fuenteheridos: el
escritor y antropólogo Rodolfo Recio Moya, doctor en Historia por la
Universidad Complutense de Madrid y autor de numerosas publicaciones,
entre ellas, “Brutal 23 de agosto”. Ojeda me recomendó que la leyera.
Dice que es un homenaje a cincuenta vecinos de Fuenteheridos, casi
todos jóvenes, que tenían que haber muerto de viejos en vez de ser
asesinados por los de Franco por pertenecer a organizaciones
sindicales, partidos o grupos de la República. En aquel sangriento
tiempo Fuenteheridos tenía sólo cien padres de familia. La mitad estaba
en paro forzoso. Eran pobres. Para ellos fue la muerte. Pobres que
siguen sin tener una tumba que recuerde su memoria.