El presidente del Parlamento de Andalucía, Manuel Gracia, llegó a ser un día más flor que abeja. Me explico: donó salud, sangre, al Centro de Transfusión Sanguínea de Sevilla. El acto, que él donante calificó de sencillo, tuvo lugar en el antiguo Hospital de las Cinco Llagas, sede actual de la asamblea de los representantes del pueblo andaluz. Siguieron su ejemplo los que pudieron: algo más de treinta.
La fotografía que aparece en este comentario echa humo. Corresponde a los tiempos en que el presidente del Parlamento era Consejero de la Junta de Andalucía. Se aprecia la irreverencia encendida que comete con sus pulmones.
¡Pero, hombre! ¿Qué está haciendo con el cigarrillo entre el pulgar y el dedo corazón de su mano izquierda?
Se merecía que le hubieran dicho en aquella ocasión: ¡deje de fumar que tiene que donar sangre cuando llegue a presidir el Parlamento Andaluz! Pero entonces no había profetas.
Manuel Gracia se embarcó en el PSOE en 1975, cuando en el partido ya casi todo estaba hecho: “Isidoro” había recobrado su verdadera identidad.
La fotografía que aparece en este comentario echa humo. Corresponde a los tiempos en que el presidente del Parlamento era Consejero de la Junta de Andalucía. Se aprecia la irreverencia encendida que comete con sus pulmones.
¡Pero, hombre! ¿Qué está haciendo con el cigarrillo entre el pulgar y el dedo corazón de su mano izquierda?
Se merecía que le hubieran dicho en aquella ocasión: ¡deje de fumar que tiene que donar sangre cuando llegue a presidir el Parlamento Andaluz! Pero entonces no había profetas.
Manuel Gracia se embarcó en el PSOE en 1975, cuando en el partido ya casi todo estaba hecho: “Isidoro” había recobrado su verdadera identidad.
La que supo embarcarse bien fue la joven que, en la foto, está físicamente detrás de él. Viste prenda de abrigo. Sería invierno. Se ve que toma nota de lo que escucha y de lo que calla el protagonista del acto. Ella es periodista, con aspecto de becaria. Navegó por el Caribe en el crucero más grande del mundo en noviembre de 2010 cuando era ya una estupenda señora. Se llama Esperanza Torres y la embarcación, “Encanto de mares” (Allure of de Seas) Trabaja en Canal Sur Televisión cuando no está de crucero, si se me permite la exageración. El caso es que sus jefes la enviaron a la presentación del crucero a todos los medios de comunicación y agencias de viajes del mundo.
Todo transcurrió bien. Canal Sur TV conectaba con ella y los televidentes, nada ricos, la oían describir el lujo que veía. Cuando se le acabó lo bueno, puso los pies en la tierra y advirtió que nada había cambiado. Este país era un paisaje roto.