miércoles, 6 de junio de 2012

Creía en el hombre y en la libertad. Era de Alcalá

Esquela publicada en el diario ABC
Le oí decir: “Se me están olvidando cosas. Ya no me acuerdo del nombre de un pueblo de Alicante donde me detuvieron por ser socialista y por mi actuación en la guerra.”
-¿Utilizó mucho el fusil?
Antonio Álvarez de Alba, que tenía noventa años, contestó:
-Lo único que yo disparaba eran víveres.
-¿Qué era usted?
-Durante la guerra fui teniente de Intendencia y jefe de explotación de la provincia de Murcia. Recuerdo que en 1937 envié desde Murcia veinte mil kilos de cebollas al gobierno de Madrid para que las repartiera al pueblo.
-Con tanta cebolla haría llorar a más de un ama de casa.
-Lo que puede hacer llorar a cualquiera fue lo que me ocurrió a mí. Cuando caí prisionero me quitaron la ropa, el dinero que había ganado honradamente, un reloj de oro que me había regalado mi padre y el anillo de boda.
-¿Protestó?
-Sí. Y me dijeron: esta noche moriréis todos.
-¿A qué se dedicaba antes?
-A vender en Sevilla pan de Alcalá de Guadaira, que es mi pueblo.
-¿Recuerda cuánto costaba el pan?
-La hogaza, que pesaba exactamente un kilo con trescientos ochenta y cinco gramos, costaba setenta céntimos.
-¿Desde cuando es usted socialista?
-Desde el año 1913.
-¿Quién le amasó su ingreso en el partido?
-Nadie.
-¿Casualidad?
-Todo fue porque conocí personalmente a Pablo Iglesias por medio de un amigo mío que era corchotaponero.
-¿Cómo era?
-Parece que lo estoy viendo: alto, bien parecido y con la barba blanca.
-¿Hizo buenas migas con él?
-Hice una gran amistad, hasta el punto de que pasó una noche en mi casa con mi familia.
-¿En qué creía usted entonces?
-En lo mismo que ahora: en el hombre y en la libertad, se tenga noventa años o veintitrés.