lunes, 28 de mayo de 2012

Tenía bemoles y le iba la marcha

Noticia de la toma de posesión, el 15-3-1973
Para que la Banda no atente contra su salud se va de Sevilla. Lo hace una vez por semana. Llega a Tomares. Allí tiene una parcela, con más de cincuenta árboles frutales. Los ha plantado él. Los cuida, abona, riega y los poda. Son naranjos, limoneros, higueras, albaricoques, ciruelas y  parras. Su tarea es como poner música a la naturaleza.
Esto lo hacía el maestro José Alberto Francés cuando dirigía la Banda Municipal de Música de Sevilla. “La política de este colectivo era la música”, me dijo. Y que todos ellos la realizaban con gusto cuando le facilitaban lo necesario. No sabía qué miembro de la Corporación tenía mejor oído porque no les había escuchado cantar. En la Banda había delegados sindicales de Comisiones Obreras, UGT y del Sindicato de Funcionarios.
-¿Qué toca CC.OO?
-Su representante toca el saxofón. El timbre del saxofón es muy apreciado en las bandas militares y la música de jazz le ha sacado mucho partido.
-¿UGT?
-El trombón. Es majestuoso, noble y de gran potencia.
Comenta que el delegado del Sindicato de Funcionarios era profesor del Conservatorio y tocaba percusión: xilófonos, timbales, bombos, triángulos, crótalos…

-¿Se lleva usted al campo la batuta?
-Una escopeta.
-¿Dispara música?
-No, porque la escopeta hace caer mortalmente heridos a zorzales, palomas, conejos y perdices.
-¿Y después se las come con satisfacción como resultado de su puntería?
-Me las como con apetito y no me planteo ningún escrúpulo de conciencia. Mis tiros no van por la crueldad.
-Miguel Delibes decía que tampoco se los plantea quien está ante una lubina o un solomillo de ternera, porque el fin de un zorzal no suele ser más cruel que el de la lubina  o el de la ternera.
-Para mí la caza es sólo una ocasión para hacer ejercicio físico. Y nunca me he preguntado si su práctica es cruel o no.
-¿Le va la marcha?
-¿En qué sentido?
-En el musical.
-Sí, porque desde que llegué a Sevilla, en 1973, he compuesto más de cuarenta marchas procesionales.
-¿Cuánto dura cada una?
-Unas, cuatro minutos, y otras, ocho.
-¿Qué hay detrás de tan poco tiempo?
-Muchas horas de trabajo y reflexión. Manejo la historia de la hermandad y lo que me inspiran sus imágenes.
-¿Tiene usted bemoles?
-Tengo mucho temperamento. En un ensayo, a lo mejor, grito, pero al momento ya no me acuerdo de eso.
-¿Se lo ha contagiado su músico predilecto?
-No. Mi músico es Beethoven, del que se ha dicho que con su dedo índice, a modo de batuta, rozaba el reflejo de la gloria de Dios con su “Quinta Sinfonía”.
El primer instrumento que Alberto vio en su vida fue una trompeta. Oyó su sonido  cuando pasó una banda de música por Campo de Mirra, que así se llama su pueblo. El tenía cinco años.  En Paris, para costearse los estudios,  la hizo sonar  en los restaurantes y plazas públicas hasta que llegó el día en que tocó la trompeta, como sustituto, en la Ópera de Paris. Cuando se casó, durante la ceremonia, un viejo tenor interpretó un “Avemaría” que él había compuesto para tan feliz ocasión.